—Siempre tenías a alguien a tu lado —respondió.
—Como si eso te hubiera significado un impedimento.
Precisamente ese había sido su motivo para no hacerlo. Jamás tocaría a la mujer de otro hombre. Aquélla era una restricción que había mantenido aun antes del engaño de Pamela y Martín. Era aquel sentido de la fidelidad en el que él y Lali —sorprendentemente, dado su caótico estilo de vida— creían.
Sabiendo de la participación de Laura en su seudoseducción, ella no parecía tan exigente.—¿Han variado en algo tus asuntos laborales con la muerte de tu padre? —preguntó, retomando de nuevo su tema elegido.
Ella se encogió de hombros.—Casi todo fue colocado en un fideicomiso el año pasado. Daniel y yo tenemos algunas decisiones que tomar, y dependiendo del resultado, puede que me deshaga de la inmobiliaria. —Laura le ofreció una sonrisa—. Por supuesto, no antes de haber encontrado una propiedad ideal para ti. Mis clientes nunca se van insatisfechos.
—No lo dudo. Pero ¿qué harías si dejas la inmobiliaria?
—Hablas como un verdadero adicto al trabajo. Viajaría, creo, y los negocios de mi padre bastarían para mantenerme ocupada.
—Seguro que a Bartolomé le gustaría que estuvieras dispuesta a ocupar su lugar.
—Sería una estupidez dejar que todo su trabajo y sus conexiones cayeran en manos de los tiburones.
Se preguntó si a él le consideraba un tiburón. Con respecto a lo que ella era, Peter tenía algunas ideas. La mayoría de la gente se aferra a lo que les es familiar frente a la tragedia y la conmoción. Laura ya estaba considerando cambiar de profesión. Para Juan Pedro aquello mostraba su poco aprecio al negocio inmobiliario. Por otra parte, la falta de satisfacción en una profesión no convertía a nadie en un asesino. Con todo, pretendía hallar una forma de revisar algunos de sus documentos laborales.
Juan Pedro creía haber encontrado una casa aceptable para Pamela cuando terminaron de visitar dos condominios, pero tenía intención de prolongar un poco más la búsqueda. Aunque había descubierto algunas cosas más sobre Laura Bedoya-Agüero, nada la señalaba definitivamente como sospechosa en el homicidio de su padre. Lo que sí tenía era un fuerte dolor de cabeza, algo que suponía que James Bond jamás admitiría tener.
Pero no era su intención finalizar aquella cita con las manos vacías. Lali no estaría perdiendo el tiempo, y él tenía una apuesta que ganar, al igual que la policía.—¿Planea Daniel unirse a ti en la sala de reuniones?
—Lo dudo —respondió con naturalidad—. No le interesan demasiado los negocios.
—Menos mal que te tiene a ti.
—¡Ja! Díselo a él…
Sonó su teléfono con la melodía de Gastón.—¿Sí? —respondió al atender.
—De acuerdo, ya no puedo soportarlo más —llegó la voz del abogado—. Espósito salió en barco con Daniel Bedoya-Agüero.
El aliento se congeló en la garganta de Juan Pedro.—Perdón, ¿qué dijiste? —respondió, manteniendo la expresión del todo inalterable.
—Vino a decírmelo esta mañana, luego me desafió a que te lo contara. Pero no quiero que me culpes por no habértelo dicho si algo pasa, y no quiero verme atrapado en medio de tu pequeño remolino, así que…
Peter cerró finalizó la llamada de golpe.—Discúlpame, Laura —dijo de frente—, pero tengo que cambiar nuestra cita para comer. ¿Te importaría llevarme de vuelta a tu oficina?
Ella sonrió.—No hay ningún problema. Estoy disponible cuando quieras. Y me gustaría saber más acerca del fantasma.
—Quedemos para el martes. ¿A las diez en punto?
—Hecho.
Quince minutos después se detuvieron junto a su auto y Juan Pedro salió del BMW. Tras despedirse con la mano, Laura salió de nuevo del estacionamiento en retroceso y desapareció en dirección a la residencia Bedoya-Agüero. Juan Pedro se metió en su auto y se quedó sentado muy quieto durante medio minuto. Luego metió la llave, pulsó el botón de arranque y emprendió el camino hacia el Club de yates.
Lali ayudó a amarrar de nuevo el yate al muelle, luego le mandó un beso a Daniel al tiempo que se dirigía otra vez hacia tierra firme y a su auto. Él se quedó a bordo, seguramente para limpiar algo, pero Lali estaba segura que el barco lo usaba para más que eso. La tensión agarrotaba sus hombros cuando llegó al estacionamiento. No se había mostrado amenazador, no había hecho más que besarla una vez y hacer algunas insinuaciones atrevidas, y ella seguía sintiéndose como si hubiera escapado por poco de un robo problemático.
—Lali —le llegó la grave voz de Peter desde el frente, y levantó la cabeza. El auto se encontraba estacionado justo al lado del Mustang rojo y Juan Pedro Lanzani estaba apoyado contra este.
—¡Mira quién vino! —murmuró, esbozando una sonrisa—. Hola.
—¿Te fuiste a navegar con Daniel Bedoya-Agüero? —preguntó, enderezándose.
—¿Ahora me persigues por la ciudad? Porque si es así, no va a funcionar.
—Gastón te delató.
Ella sacudió la cabeza, nada sorprendida.—Sabía que Don Correcto no sería capaz de resistirse.
—Entonces, ¿por qué se lo dijiste?
—Porque no soy tarada. —Se detuvo delante de él, tratando de medir su humor—. ¿Vas a besarme o a dispararme? —preguntó finalmente.
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Arte para los Problemas 2: De Ladrona a...
FanficMariana Espósito decidió dejar su vida delictiva y poner su propia agencia de seguridad. ¡Quién mejor que una ex ladrona de guante blanco para proteger a sus clientes! Juan Pedro Lanzani, el atractivo millonario con el que ahora comparte su vida y s...