-Capítulo 37-

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NARRA ALICE

Llevaba sentada en la misma mesa como una media hora larga, sin exagerar. La gente comía y reía perfectamente, como si fuese una película de estas de puros pijos. Yo recuerdo que en la escena de Titanic, cuando él está cenando en primer clase, habían como siete cubiertos sólo para una persona. Yo creía que eso solo pasaba en las pelis pero no, ya lo acabo de vivir en persona. 

-Señorita, debe ordenar algo ya o tendré que pedirle que abandone el local. Ha pasado mucho tiempo. -me dijo el señorito pingüino que me acompañó hasta la mesa hace un rato. 

-Debe estar al llegar, solo deme diez minutos más. -le pedí educadamente. Justo en ese momento me llegó un mensaje de Jason donde ponía: Sal fuera del restaurante, estoy aquí. 

-Bueno, pensándolo mejor, ya me voy.

Me levanté de la silla agarrando mi bolso, sonriéndole gratamente al camarero y pasando por todas las mesas del restaurante. Salí fuera y el aire frío golpeó mi cara, encogiéndome de hombros. Miré a todos lados y por fin, como si un ángel me iluminara mi camino, ahí estaba él. 

Una sonrisa se dibujó en mi cara y a Jason también. Parecía que estuviéramos conectados por la ley de atracción, como dos imanes atrayéndose a la vez. Caminé hasta él con una ganas inmensas de abrazarlo y besarle. Yo ya creía que no iba a venir y ahora, está aquí. Cuando por fin su piel contactó con la mía, me entraron pequeños escalofríos por todos el cuerpo. Su mirada me decía que pese a lo que había pasado, que iba a dar lo mejor de él. 

-Alice, no sabes lo estúpido que he sido. He estado a punto de no venir. 

-¿Me lo dices o me lo cuentas? -dije riéndome. -He estado esperando casi una hora ahí dentro, sentada mirando a los demás como comían, menudos pijos. Jason, este sitio no es nuestro. -dije llevándome mi pelo detrás de la oreja, sonriéndole. 

-Por eso mismo, aunque esté cojo y un poco malito, he conseguido un chofer profesional que os va a llevar a un sitio más íntimo, más nuestro. 

-Mmm, déjame que piense... ¿Freddie? 

-No. Ven. -me dijo alargándome la mano para unirla con la mía.

Llegamos hasta el coche de Josh donde estaba también Sam. Me he dado cuenta de que siempre que nosotros dos tenemos algo, Josh y Sam siempre están presentes. Pusieron las canciones de David Guetta a todo volumen en el coche mientras que íbamos a otro sitio. A estas alturas ya me daba igual donde ir, mientras sea con él. Como si estuviera leyendo mi mente, Jason me cogió la mano y la acarició suavemente. Yo le sonreí gratamente un poco avergonzada. Tenía tantas ganas de demostrarle todo lo que sentía que ahora que se supone que tengo que hacerlo me da vergüenza. 

 -Que monos, están agarrados de la mano. -dijo Sam cortándonos todo el rollo. 

-Maldita. -dije yo riéndome sonrojada. 

Josh y Sam nos dejaron en mi sitio favorito de toda la ciudad pero no el más especial para Jason y yo, pero como ya dije antes, me daba igual donde estar. 

-Bienvenida a nuestra primera cita oficial. -dijo Jason abriéndome la puerta del coche. 

-Ya lo creo, pero he de decirte algo. 

-¿Si? 

-Para ambos. -dije mirando a los dos chicos. -Que sepáis que este sitio es mío y de Sam, nunca vais a quitar ese lugar. -dije riéndome. 

-¡Eso mismo dije yo! -gritó Sam. 

-Es increíble. También lo ha dicho, bro. -dijo Josh indignado llevándose las manos a la cabeza.

-Si, ya lo creo. Ahora, señorita, vamos dentro. 

-Desde luego, caballero. 

Jason y yo entramos dentro de MacAlister saludando a Ken desde la barra. Vimos a un montón de gente en el bar, ¡qué alegría! 

-Que pareja más bonita acaba de entrar por la puerta. ¿Qué vais a tomar? -nos preguntó Ken.

-Pues un buen menú de los tuyos. -dijo Jason.

-Sí, de esos que te pones perdida. -dije riéndome como una niña pequeña. Ken se rió conmigo y luego se asomó tras la barra para ver la muleta de Jason. 

-¿Todo bien? 

-Sí, un percance tonto, todo arreglado. 

-Muy bien, pequeño Waud. 

-Habla por Joe, no por mí. 

-Venid, aquí tenéis la mejor mesa del local. 

Ken nos acercó hasta una mesa bastante despejada de las demás, así podríamos disfrutar un poco más el uno del otro y hablar sin miedo a nada. Jason se sentó frente a mi. Tenía el pelo despeinado que le quedaba tan jodidamente bien como siempre, una camisa negra que hacía que perdiera el control en segundos acompañado de un collar de surf. Mi debilidad completamente. Comenzamos a charlar como si nos conociéramos desde hace años, que en realidad es así, pero solo empezamos a saber cosas uno del otro hace dos meses. Dos meses ya, y parece que fuera ayer cuando se metió en aquella pelea. El camarero nos trajo la comida y entre risas y pullitas, cenamos perfectamente haciéndonos compañía. Después de unas horas en el local, decidimos salir a tomar el aire. 

-Entonces, ¿un percance tonto?

-Sabía que sacarías el tema. -dijo con una sonrisa escondida. -Mira Alice, después de ser consciente y hablarlo con todos mis amigos, incluso con mi madre, he llegado a la conclusión de que te quiero. 

Sus palabras salieron todas de una, dejando mi corazón perplejo. 

-Y por eso mismo, no quiero meterme en más mierdas. Quiero que puedas contar conmigo para lo que necesites, quiero que me puedas presumir como un novio formal y no como uno que se mete en peleas y no sale de toda esa basura. Para ser sincero, has estado más tiempo en el hospital para verme a mí que haciendo tus practicas. Y no te mereces eso Alice. Quiero ser el que te acompañe cuando despegues a volar, no el que te corte las alas. 

Mis lágrimas amenazaban en salir, pero me contuve las ganas de llorar y le besé. Mis manos subieron hasta su cuello acariciando su pelo y las suyas bajaron hasta mi cadera, apretándome junto a él. Nuestras lenguas jugaban entre sí haciendo una perfecta combinación de sentimientos y ganas. Ganas de sentirlo junto a mí. Ganas de no soltarlo. Ganas de más. 

Nos separamos por falta de aire y Jason aprovechó para continuar hablando.

-Alice, te quiero.

Le volví a besar con más ganas. Mi cuerpo tenía corrientes eléctricas cada vez que él mordía mi labio inferior. No sé si la gente de alrededor nos estaba mirando, pero ahora mismo era lo que menos me importaba. Nos separamos porque mi teléfono por paraba de sonar.

-¿Titanic? 

-Shh, cállate. Dime, ¿Qué pasa? -pregunté al teléfono. -Vale. Sí, aquí estamos. Muy bien. 

-¿Qué pasa? 

-Es Sam, que viene a por nosotros. Dicen que están en casa de Ross. 

-Siempre están ahí. 

-Lo sé. 

Ambos nos reímos y le di un beso suave, lo suficientemente corto para que él me volviera a dar otro. 

-Yo también te quiero, Jason. No sé en que momento y de que manera pero, te quiero. 

Él me abrazó tan fuerte que me sentí como un bebé. Protegida. Valorada. Sentí como que Jason unió todas las piezas rotas, las que en su día rompió y que no quería soltarme nunca. Me dio un beso cálido en la frente, de esos de verdad. Yo no podía estar más feliz por tener este instante junto con Jason. Definitivamente, soy una puta afortunada.

𝗡𝗼 𝗤𝘂𝗶𝗲𝗿𝗼 𝗤𝘂𝗲𝗿𝗲𝗿𝘁𝗲 || JASON WAUD✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora