Capítulo 25

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Que también tienes que matar, Tanit...

  Las palabras de Alina no dejan de corretear por mi cabeza. Aparecen cada dos por tres como si fuera un recordatorio. Como desearía poder quitarme esta maldita cadena que ya me tienen la muñeca muy lastimada. Por cualquier simple movimiento me arde y duele demasiado.

He intentado abrir el candado, pero al parecer está hecho para eso mismo, para que solo se pueda abrir con la llave. ¿Y quién tiene esa llave? Pues claro... Jared, quien no se ha presentado desde la conversación que tuve con Alina... hace tres días. Mi estomago gruñe cada cierto tiempo avisándome que necesita comida, pero el encargado de traérmela no se ha dignado a hacerlo. Otra cosa que necesito con urgencia es un baño, no me basta con las toallitas húmedas que tengo encima de una caja. Me levanto de la cama, ya no siento ningún dolor, a excepción de la muñeca, y comienzo a moverme por la pequeña habitación. Camino de lado a lado hasta que mis piernas se cansen, pero lo primero que me sucede es que me mareo por estar moviéndome de lado a lado muy rápido.

  Me siento de nuevo en la cama y me masajeo las sienes para que se pase el mareo. Me tumbo bocarriba sobre la cama y me pongo a pensar en Alina. Se me hace raro ahora llamarla así, estoy acostumbrada a Fabi. Nunca me espere que estuviera casada con André y menos que este la hubiera casado a la fuerza. Y lo de cambiarle el aspecto... es ridículamente estúpido e innecesario.

No sé cuánto tiempo pasa, pero me quedo en esa posición mirando detalladamente el techo siguiendo con la mirada las grietas que están en este. El sonido de mi estomago hace que haga una mueca porque es un poco fuerte. ¡Necesito comidaaaa¡

Y como si el mundo tuviera oídos... la puerta se abre.

—Te traje comida —dice una voz que conozco muy bien. Por la manera tan brusca de como entró; ahora estoy sentada con la mano en el pecho tratando de controlar mi respiración.

—Te puedo sugerir que la próxima vez entres con más delicadeza —le digo poniéndome de pie.

—Mhm... come —dice señalando el plato de comida que no dudo en tomar y llevármelo a la cama dedicándole una mirada asesina. Un poco de arroz y un pedazo de carne por el lado es lo que hay en el plato. Me lo como a la velocidad de la luz.

—Se nota que tenías ham...

—¡No habías venido en tres malditos días! ¡¿Querías que me muriera de hambre o que?! —le grito y al parecer no se lo esperaba porque se queda callado y con la boca abierta. Entrecierro los ojos en su dirección y me como el ultimo grano de arroz que quedaba en el plato. Le tiro el plato haciendo que reaccione y lo agarre en el aire antes de que caiga al suelo y se rompa.

—Bueno... lo siento... no pude venir en tres días porque uno de mis queridos hermanos está sospechando que escondo algo o...

—André —no pregunto, sino afirmo.

—Exacto y puedo apostar que Alina te comento cual es el bello apodo que le tenemos aquí.

—Sí, el mal nacido que no sabe respetar a los demás —digo recordando todo lo que Alina me contó.

—También le pega, pero su apodo es El Torturador.

—Lo sé, Fa... Alina me lo dijo —digo cruzándome de brazos y mirando hacia otro lado que no sea él.

—Estas actuando como una niña pequeña, Tanit.

—¿Y tú crees que eso a mí me importa? Yo actuó como se me pegue la gana.

  Él rueda los ojos y suelta un suspiro de resignación. Empieza a buscar algo en el bolsillo de su pantalón y me alejo asustada cuando me lo extiende, pero un segundo después me doy cuenta de que es mi celular. Lo intento agarrar, pero él lo mueve de lugar y me fulmina con la mirada.

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