Capítulo 23

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Fabi

  El agua caliente hace que mis músculos se relajen, pero no es suficiente.

Estos días están siendo una verdadera pesadilla. Es como si todo lo malo que me ha pasado hicieran una reunión en donde se ponen de acuerdo todos para joderme la vida.

No soy lo que la gente ve, no soy lo que soy. Yo soy muy diferente a lo que las chicas de la casa ven. Los únicos que saben quién soy yo en realidad son los Blake. La familia que me acogió o me torturó... no lo tengo claro.

El sonido de una puerta abriéndose me saca de mis pensamientos. Levanto mi mirada de mis rodillas y me encuentro con la imagen que menos quiero ver ahora.

—¿Qué quieres? —le pregunto cortante.

  Él no contesta, solo se me queda mirando desde el marco de la puerta. Empieza a caminar hasta sentarse en el borde de la tina en la que estoy. Sus ojos recorren mi cuerpo desnudo que es poco visible bajo el agua, pero eso no es un problema para alguien que se sabe cada detalle de este.

—Te pregunté algo —le digo molesta.

Él aparta la vista a la pared antes de hablar.

—Solo quiero compañía.

Suelto un bufido y niego con la cabeza.

—Ya conozco que clase de compañía es la que te gusta, André —le suelto.

—Ya puedes dejar de tra...

—¡No! No después de lo que hiciste —le digo alzando la voz.

Él suelta una pequeña risa y vuelve a posar la mirada en mí.

—¿Y que se supone que hice? —me pregunta a propósito con ese tono que ya conozco de sobra.

Aprieto mis labios y trago saliva.

—Gina y...

—La pelirroja.

—Tanit, se llama Tanit.

—Si, como sea. Ya está muerta... ¿Por qué la sigues nombrando cada que me vez?

Siento como mi sangre empieza a hervir antes sus palabras.

—Sabes que era mi amiga, pude tener una amiga por fin desde hace mucho tiempo y me la quitaron —le digo con un nudo formándose en mi garganta.

—Ay ya, ahora te encariñas con todo el mundo. Primero fue Amira, luego Margaret, lo otra que no me acuerdo el nombre y ahora la pelirroja.

—¡Tanit!

—Si, ajá.

Me quedo callada porque sé que si abro la boca será peor. Me salgo de la tina y voy hasta el estante de toallas y me envuelvo en una.

—Me voy que... tengo cosas que hacer —me dice apropósito antes de salir del baño y dejarme sola. Lo siguiente que hago en tirar todas las cosas que están sobre el tocador. Al igual que las toallas; todas quedan esparcidas por el suelo. Me paso una mano por el pelo y me lo agarro con fuerza halándolo hacia arriba. Siento como mis ojos empiezan a aguarse y la vista poco a poco se me va nublando por las lágrimas. Me giro y mi reflejo me recibe. Me veo a mí y a la vez no. Todo en mi vida es una puta mentira. Mi nombre, mi historia, mi cabello y hasta mi piel.

  Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y a deslizarse por mis mejillas. Esta vez no me las limpio, esta vez las dejo caer porque estoy cansada de fingir, cansada de mostrar y ser algo que no soy. Estoy cansada que me quiten a las personas con las cuales comienzo a tener relación, cansada de tener que aguantar y hacerme la fuerte cuando soy todo lo contrario.

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