Capítulo 38

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  Ya no estoy en la enfermería, si no en la habitación de Jared. Había entrado anteriormente, pero solo era para limpiarla y cambiar sábanas, pero en este caso es para dormir y quedarme aquí hasta que los moretones de mi cuerpo desaparezcan para luego poder volver a trabajar como antes. Pero cada vez que recuerdo eso las imágenes de Maya retorciéndose en el suelo de dolor llegan a mi mente, es como si me atormentaran constantemente, como si quisieran recordarme algo.

Hay veces que me dan pesadillas y me despierto gritando, pero Jared siempre está ahí para calmarme. En estos días él ha estado muy pegado a mí, me vigila mucho, me trata muy bien. Es como si supiera que en cualquier momento puede suceder algo. Ya sea por su hermano o por... por la locura.

  Otra cosa es que no he vuelto a escuchar la voz. Solo han pasado unos cuantos días desde que deje la enfermería, pero no la he vuelto a escuchar.

—¿En qué piensas? —me pregunta Alina que está sentada en la esquina de la cama mientras que yo estoy acostada bocarriba con las manos entrelazadas encima de mi barriga.

—En... en que no la he vuelto a escuchar —digo con la vista fija en el techo—. Todo se siente como en calma dentro de mi cabeza —me apoyo en mis brazos y me levanto un poco—, ¿Es normal?

—Pues, yo no sería la indicada para decirte eso, pero creo que sí —dice encogiéndose de hombros.

—Ah cierto, tú no la tienes —le digo y me vuelvo a acostar.

—Tanit.

—¿Qué?

—Lo dices como si... como si...

—¿Cómo si qué? —pregunto en un tono de voz bastante alto mientras, esta vez, me siento en la cama.

—Como si me lo estuvieras recriminando, como si fuera malo que yo no la tenga —dice poniéndose de pie y cruzándose de brazos.

  Yo solo la miro de arriba abajo con indiferencia y una expresión seria en la cara. El silencio se instala entre nosotras y nuestros ojos no se despegan de la otra. Pero no pasan ni cinco segundos cuando Alina rompe el silencio.

—¡Agr! Me voy —dice caminando hacia la puerta.

—¿Por qué no la tienes? —le pregunto y ella se detiene a medio camino. Se queda de espaldas a mí por unos segundos hasta que comienza a voltearse lentamente.

—Pues, siéndote sincera, no lo sé. Porque he sentido de todo cerca de un Blake: odio, rabia, ira, sed de venganza, tristeza, enojo, disgusto, miedo... deseo; lo he sentido todo cerca de un Blake, Tanit, todo —dice alzando sus manos en el aire.

Yo solo la miro con la misma expresión seria que tengo desde hace rato.

—A lo mejor hasta la tengo y ni cuenta me he dado —dice y suelta un largo suspiro.

Y ahora es que me fijo. Me fijo en lo cansada que se ve. Me fijo en las manchas oscuras que están bajo sus ojos, sus labios resecos. Sus manos temblorosas. Algo le está pasando a Alina... ¿y porque siento como si no me interesara? ¿Por qué siento que se ve muy bonita así? Sacudo mi cabeza ante mis pensamientos.

—¿Estas bien? —digo poniéndome de pie y acercándome a ella.

Alina sorbe la nariz y mira hacia otro lado.

—¿Ali?

—No, no estoy bien, Tanit. Llevo semanas sin poder dormir ni comer bien por estar tratando de encontrarte para luego siempre estar pendiente de que te mejores como se debe porque yo sé lo que es que ese hijo de puta te torture —ella lo suelta todo con los ojos llorosos—. No estoy bien, Tanit, y, por favor, no pienses que te estoy culpando de que este así... es solo que necesito un descanso. Cada día en esta casa pasa algo y...

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