Capítulo 39

1.2K 108 23
                                    


Alina

  La estoy perdiendo. Se me está yendo de las manos. Se me escapa entre los dedos como agua.

No quiero admitirlo, pero la estoy perdiendo... y a una velocidad muy alarmante. Se está dejando influenciar por la voz. Le hace caso.

La impotencia me consume. Ver como esta estúpida locura se la va devorando poco a poco. Y hay una cosa en la que mentí, sí tengo la locura, es inevitable no tenerla estando rodeada de todos los Blake a diario, pero en mi caso... yo nunca la escucho, yo nunca le hago caso y es por eso que llevo casi un año y medio sin escucharla.

  Me paso las manos por la cara y suelto una larga respiración. La manera en cómo Tanit me contaba como André mató a Maya me dio a entender que, en unos meses, o quizás semanas, ya no sea la misma.

Vi como las venas de sus ojos se ponían rojas. Como sus labios, varias veces, se alzaban en una sonrisa siniestra.

Se parece a uno de ellos...

...ya es uno de ellos.


Jared


  Saber que la chica que quieres va a tener que lidiar con lo mismo que tu lidias es alarmante y satisfactorio para mí. Alarmante porque la vere en sus ataques y satisfactorio porque la vere... la vere como yo. Como yo soy.

La vere llena de sangre y con un cuchillo en la mano, la vere apuñalar a alguien sin piedad, la vere ser como yo. Y con tan solo imaginarme eso... uff.

  En estos momentos está dormida encima de mi pecho. Su respiración es calmada y espero que esta noche pueda dormir y no se despierte por una pesadilla en la madrugada. Su cabello lo tiene suelto y me hace cosquillas en el pecho. Aun le duelen algunas partes de su cuerpo y es normal, que te hayan torturado por semanas y que no te duela nada, hasta para mí seria algo imposible. Se le dificulta firmar su pie derecho y mover el brazo que aun lleva el yeso.

Pero también me doy cuenta de que solo les molesta cuando está completamente lucida. Ya está teniendo ataques y, digamos, no es muy bueno. En ningún Blake la locura empezó a hacer efecto tan rápido... y menos de la manera en la que la tiene ella.

Solo un Blake tuvo su locura de esa manera y nadie lo conoce... aún.

No pasa mucho tiempo cuando, al fin, me quedo dormido.



—Ya era hora —dice mi madre cruzando sus brazos encima de su pecho y matándome con los ojos.

  Muevo mi mirada por su oficina y me encuentro con que también mis hermanos me miran fijamente... y mi padre. Soy el centro de atención en este momento.

—¿Qué esperas para hablar, Jared? Aprovecha que hasta tu padre se enteró y le salió un poco la lucides —dice mi madre señalando su alrededor con las manos.

—No hay nada que explicar —le digo firmemente.

—¿No? ¿Estás seguro?

—Sí, muy seguro —digo cruzándome de brazos.

  Puedo ver de reojo con a André se le dibuja una sonrisa de burla en la cara. Esteban y Uriel solo me miran con sus habituales expresiones serias. A mi padre ni caso le hago porque se nota que está más en su mundo que en el real.

—Eso quiere decir que no tienes que explicarnos como salvaste a una presa...

—Tanit nunca fue una presa y ustedes lo saben —digo señalando a mi madre y luego a mis hermanos—; que ese día uno de ustedes haya dejado la puta puerta abierta es el que debe de dar explicaciones, no yo. Yo hice lo correcto al salvar a mi chica y lo digo con orgullo. ¡¡¡MI CHICA!!! ¿Lo entienden? Yo sí la salve de la manera correcta —miro a Uriel—, no como tú que la ahogas en una piscina solo porque quería irse y vivir la vida —suelto y puedo ver como se tensa y desvía la mirada hacia otro lado—. No como Esteban que le rompió el cráneo a la pobre Margaret contra la mesa de la cabaña en donde mismo Tanit se lastimo el pie...

—Tuve un ataq...

—¡Sabes que no tuviste uno! ¡Lo sabes! —lo señalo—, ¡Solo lo hiciste por verla sufrir y llorar porque no cumpliría sus sueños de ser alguien famosa... y también por celos! —suelto y puedo ver que estoy dando en el blanco de cada uno.

Pongo mi atención en André. 

—Y tu André... que obligaste a la pobre Alina a casarse contigo, a cambiar su aspecto, a ser otra persona, pero no hay cosa que me alegre más que ella, Tanit y yo queramos verte muerto de una vez —lo suelto y puedo ver como tensa la mandíbula—. Y con respecto a ustedes dos —señalo a mis padres—, uno depende del otro, si uno se muere el otro se suicida al segundo porque se necesitan, eso no es amor y lo saben muy bien... es una dependencia enfermiza que no tiene remedio.

Con mis últimas palabras la oficina de mamá se queda en un silencio absoluto. Ninguno se mueve ni dice nada porque saben que todo lo que he dicho es la pura verdad. Ya era hora de poner a todos en su lugar. Hasta diría que yo soy el más cuerdo de todos... a veces.

Somos inestables y locos, pero también los inestables y locos tienen sentimientos y emociones.

Con todo ese espectáculo me doy la vuelta con intención de salir de allí, pero una voz hace que me detenga.

—Nunca olvides lo que eres, hijo —dice mi padre que ahora está detrás de mí, ni siquiera lo escuche llegar ahí.

—Créeme papá... —miro detrás de él— lo tengo muy claro —digo y me largo. 

Los Blake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora