Los Blake

Capítulo 32

Este capítulo puede ser algo sangriento y grafico para algunos.

  Me arde el lado derecho de la cara.

Tengo el antebrazo izquierdo hinchado.

Mi muslo palpita dolorosamente y se ve asqueroso.

Tengo frio.

Tengo Hambre.

Me duelen las muñecas.

No puedo ni abrir los ojos por lo hinchados que están.

Estoy amarrada a una estúpida rota silla de madera.

El olor me da ganas de vomitar y lo hago.

  Esto es insoportable no, lo siguiente. Lloro, no aguanto y empiezo a llorar. Grito con la ilusión de que alguien me encuentre. Sollozo como nunca lo había hecho en mi vida. Ya yo estuviera muerta de no ser por los antibióticos que André me suministra en el agua que me da. Sí, es lo único que me da... agua y super poca.

Estoy en los huesos, me hace falta un buen baño, ni siquiera sé cuando me di uno. Mi cabello es un asco, enredado, grasoso y sucio. Al igual que todo mi cuerpo.

Sigo llorando hasta que mi mismo cuerpo se cansa y como a poco se va quedando dormido.

  Una voz dulce se escucha lejos, es una voz que conozco, me es familiar. Hay luces, las veo a través de mis párpados.

Escucho golpes.

Escucho cosas caerse y romperse.

Gritos.

Llantos.

Disparos...

—Tanit —escucho mi nombre en la lejanía—. Vamos... despierta —vuelvo a escuchar

¿Quién es?

Quiero abrir los ojos, pero algo me lo impide.

—Vamos Tanit, despierta... estoy aquí... vamos. —Siento como me sacude por los hombros.

Quiero abrir los ojos.

—¡Despierta! —grita y por fin... abro los ojos.

Es Jared...

... y Alina a su espalda.

Una sensación de alivio me recorre entera, una pequeña sonrisa de alegría se dibuja en mi rostro al verlos a mi lado.

—Viniste —digo en susurros.

—Claro que vine, claro que íbamos a venir —dice pasándome las manos por todo el cuerpo con rapidez.

—Ja...

—Abre los ojos, zorra.

¿Qué?

  Todo se va cuando siento agua fría chocar contra mi cara. Abro los ojos de golpe y mi respiración se vuelve errática. Mi pecho sube y baja por la sorpresa.

Fue un sueño...

¡Fue un maldito sueño!

Las ganas de llorar llegan y se atoran en mi garganta sintiendo el famoso nudo que se ha hecho muy amigo mío durante estos días.

—Perdón por arruinarte le sueño, pero quiero divertirme —dice André poniendo el valde en suelo y sentándose encima de este.

Le dedico una mirada asesina e intento calmar mi respiración un poco. La decepción no se va y mi pecho duele cada vez más.