Los latidos de su corazón se escuchan fuertes y claros. Es un sonido constante e... hipnotizante. Su olor masculino inunda mi nariz haciendo que respire profundamente. Nunca pensé que fuera a estar acostada en el pecho de un chico sin sentirme incomoda o llena de pánico, pero así es como me encuentro justo ahora; acostada en el pecho de Jared, quien duerme plácidamente mientras yo no dejo de mirarlo. Parece un niño pequeño con esa cara llena de tranquilidad. Él me contó que Alina y él estuvieron semanas sin dormir por estar buscándome, pero yo ya sabía ese detalle.
Jared andaba muy nerviosos; sus piernas y brazos se movían constantemente por la falta de sueño. Y tampoco es que yo lo haya dejado dormir con todas las pesadillas que ando teniendo, pero justo hoy no hubo ninguna y ambos pudimos dormir toda la noche.
Llevo mi dedo al puente de su nariz y le acaricio como si fuera un bebé. Paso mi dedo por su mandíbula, delineándola lentamente. Él suelta un suspiro y puedo ver como abre los ojos un poco, pero los vuelve a cerrar.
Mi dedo sigue su camino bajando por su cuello y hombros. Asciendo otra vez a su cuello y puedo ver como su piel comienza a erizarse.
¿Este es el efecto que tengo en ti, Jared?
Una sonrisa pícara aparece en mi rostro. Me acomodo mejor para poder pasar mi dedo por su pecho desnudo. Él sigue con los ojos cerrados, pero sé que está despierto. Suelta un profundo suspiro y, como si me hubiera leído la mente, abre los ojos por completo.
—Tanit —su voz se escucha ronca y adormilada.
—¿Hmmm?
—¿Qué estás intentando hacer? —me pregunta mirándome a los ojos.
Ya extrañaba ver esos colores.
—Nada...
—¿Segura? —Coloca sus manos por debajo de mi camisa, que realmente es de él, haciendo que me tense un poco, pero no lo aparto.
—Mhm —asiento de manera suave.
Él arruga las cejas.
—¿Quieres que saque las manos de aquí? —comenta dando una palmadita en mi espalda baja.
—No... no —susurro recostando mi cabeza en su pecho.
Cierro los ojos para escuchar, de nuevo, su corazón. Siento como su respiración hace que su pecho suba y baje con lentitud. Acomodo un poco el brazo que tiene el yeso. Puedo deducir que sus ojos están fijos en mí porque la típica sensación de ser observada está más que presente.
De la nada, empiezo a sentir como sus manos suben por mi espalda llevándose la camisa con ella. Las siento frías sobre mi piel. Pasan por mis costillas y con sus dedos hace pequeños círculos que me ponen la piel de gallina. No sé si es por los reflejos de mi cuerpo o porque me gusta. Dejo escapar un suspiro y me acurruco aún más en su pecho.
Sus manos llegas a la altura de donde se supone que este mi sujetador, pero no hay. Siempre me los quito en la noche para dormir más cómoda.
—¿No tienes sujetador? —pregunta y levanto la cabeza.
—No... yo... yo me los quito cuando voy a dormir. Para estar más cómoda —admito y él me mira con una pequeña sonrisa en los labios.
—Nunca te he visto quitártelo.
—Porque lo hago cuando ya estas dormido o cuando la luz está apagada —admito y empiezo a sentir como mis mejilla se calientan.
Sus manos toman mi rostro y me atrae hacia su rostro, pienso que me va a dar un beso, pero sus se detiene a pocos centímetros de su rostro. Nuestro ojos están fijos en el otro. Una de sus manos se desliza por mi cuello y se queda ahí. Yo trago saliva y suelto una profunda respiración.

ESTÁS LEYENDO
Los Blake
RomansaTanit White es una simple chica peliroja que vive junto a su madre, pero esta enferma de gravedad. Los medicamentos son muy caros y sus ahorros no dan para más. Tanit decide que es momento de buscar empleo, pero su misión es en vano al no obtener n...