Capítulo 41

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—¿Qué? ¿Tu... qué? —pregunto incrédula.

Dirijo mi vista a la que, ahora sé, es la melliza de Jared, porque empieza a reírse a carcajadas.

—¿No lo escuchaste? Su melliza, crecimos los dos juntos en el mismo útero —ella dirige sus ojos a Jared—, lamentablemente.

Estoy en blanco. La familia Blake no son seis... son siete. ¿Cuántos misterios más voy a descubrir?

—¿Por qué en la casa no hablan de ella? —le pregunto a él.

—Me puedes preguntar a mí directamente, sabes, no soy invisible —me regaña sentándose en la parte de la mesa donde solo hay una silla.

—Pues contéstala —le digo no muy amablemente.

—Calma fiera —susurra y sus ojos se quedan fijos en mí.

  No puedo expresar como se siente estar cerca de ella. Es diferente a cuando estoy rodeada por los otros hermanos, muy diferente. Es como si mi cuerpo supiera que estar cerca de esta chica significara la perdición. Sus ojos, iguales a los de Jared, me transmiten poder, fuerza y carácter. Addison no es ni 1% normal.

—¿Por qué en la casa no hablan de ti? —le pregunto directamente.

Ella esboza una sonrisa de lado antes de hablar:

—Tiene carácter... me gusta —comenta volviéndose hacia su hermano—. ¿Qué es?

Arrugo las cejas.

—Mía —le contesta Jared de repente.

—Ahhh... al fin ¿no? —dice ella con un tono de voz que me da escalofríos.

—¿Pueden dejar de hablar en su dialecto raro y explicarme la existencia de esta chica? —pregunto ya un poco alterada.

—Tanit cal...

—Lindo nombre, por cierto —lo interrumpe—, nunca lo había escuchado.

Yo la miro, solo la miro. La recorro con los ojos de arriba abajo. En su rostro aparece una sonrisa que me da escalofríos. Ella se va poniendo de pie lentamente y da pasos hacia mí. Dios, no parece una persona real de lo tan perfecta que es.

—¿Quieres que te explique de mi existencia? Pues lo hare —dice muy cerca de mi rostro. Me quedo estática, mi cuerpo no responde a ninguna señal que mi cerebro le da. Sus ojos están fijos en los míos y me mira de una manera inexplicable. Ladea su rostro e inhala una profunda respiración.

—Hueles muy bien, chica —dice despegándose de mí.

—No la atormentes, Addison —me defiende Jared.

—Pero si esa es mi espacialidad... atormentar hasta que la persona no pueda más con su vida —comenta a pocos pasos de mí—. Pero bueno, ella quiere que le explique de mi existencia, entonces —se sienta encima de la mesa—... todo empezó hace ya veintiún años cuando dos locos de la cabeza decidieron tener sexo sin protección. El loco preño a la loca y de ahí salí y yo este cabeza hueca —bromea señalando a su hermano—. Luego crecimos, fuimos niños, adolescentes y ahora adultos. Yo, una adulta encerrada, y él uno libre que mata a gusto casi todos los días —dice moviendo sus manos brazos dramáticamente y luego clava sus ojos en mí—. Esa es la bella y sencilla explicación de por qué existo, chica.

Arrugo las cejas y ruedo los ojos.

—Pero... no entiendo.

—¿Qué no entiendes? Dime a ver si puedo explicarte mejor —se burla ella con una sonrisita en la cara.

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