El trabajo no es como pensé y mis compañeras son muy buenas conmigo. Me dicen qué hacer en cada lugar y como usar las cosas. Solo han pasado algunas horas desde que llegue. Esto es muy diferente a como me lo imagine. Pensé que sería como en las películas, que a los empleados los trataban como inferiores, pero es todo lo contrario. Nos tratan, a todas y a todos, como a uno de ellos. En las pocas horas que llevo aquí, e interactuado con Jenifer y Gabriel Blake y se puede decir, que, aunque tengas un aspecto rudo, son muy atentos y dulces. Nunca me imaginé que la familia más misteriosa de Dalia sería así.
—Tanit, ¿puedes echar esa ropa a la lavadora? —me pregunta Fabi dándome un montón de ropa en las manos.
—Claro —le digo y camino hasta la lavadora y echo la ropa. Tomo el detergente, que está en una mesa al lado, y le echo bastante. La enciendo y dejo que haga lo demás.
Otra cosa que me impresionó es el uniforme. Todas las prendas son color vino, una chaqueta, una camiseta blanca, una falda tubo y unas zapatillas también vino. Es la misma ropa que tenía Mila cuando vine por primera vez. Y todas llevábamos en cabello recogido.
Cuando el sol ya no se encontraba en el cielo fue cuando nos dijeron que nuestro horario de trabajo había terminado. Volví a mi habitación, me duché, me puse alguna ropa cómoda y me tumbé en la cama. No estaba cansada y apenas eran casi las diez de la noche. Tomo mi celular y reviso si tengo aluna notificación, pero nada. Busco mis audífonos y me los pongo. Reproduzco mis canciones favoritas y me volteo en la cama quedando bocarriba. Cierro los ojos y me relajo, pero lo hago tanto que me quedo dormida.
Cuando me despierto, siento un leve dolor en la barriga que reconozco de inmediato: hambre. A mí, cada vez que me da hambre, siempre me da dolor y mis tripas nunca suenan. Mi cuerpo me hace sufrir solo para decir que necesita comida. Miro la hora en mi celular, 1:54 a.m. Wow, sí que dormí. Decido salir de mi habitación e ir en busca de algo para comer. Me pongo mis pantuflas y salgo. La oscuridad me recibe, el pasillo de las habitaciones está totalmente sumergido en oscuridad. Solo algunos rayos de la luz de luna se cuelan por las ventanas dándole un ambiente terrorífico que me da escalofríos. Salgo totalmente de la habitación y comienzo a caminar. Me abrazo a mí misma por el leve frío que me da. El pasillo se me hace eterno, no logro ver el final, y está tan silencioso que se escuchan mis pasos. A esta hora ya todas mis compañeras deben de estar dormidas y yo aquí de rebelde buscando comida a las dos de la madrugada. Por fin el pasillo termina y estoy en la recepción. Miro para todos lados en busca del camino, pero recuerdo que nadie me había dicho donde era la cocina y tampoco la busque en mis horas de trabajo. Que tonta soy.
No me doy por vencida y me voy por la derecha. Me siento muy rara y me dan ganas de volver a mi habitación y dormir con hambre, pero no lo hago. Sigo caminando, pero nada. Me voy por otro pasillo y nada. Me quedo quieta porque un sonido a mi izquierda capto mi atención. Fue lo bastante raro para que un escalofrío recorriera mi cuerpo de arriba abajo. Doy un paso atrás suavemente para irme por otro lado, pero choco con algo y me quedo de piedra. Tardo unos segundos en darme la vuelta y ver que es uno de los Blake, Jared.
—Uff, que susto —suspiro aliviada.
—No deberías estar despierta a estas horas, Tanit —su voz es grave y profunda, pero... ¿Cómo caramba apareció de la nada?
—Emm... lo sé... es solo que... tenía un poco de hambre y quería buscar algo en la cocina, pero no la encuentro —digo un poco apenada. Sus ojos diferentes me miran en la oscuridad y me doy cuenta de que está sin camisa.
—La cocina está para allá —señala detrás suyo.
—Ah... ok.
—Ven... te llevo —dice y sus ojos me recorren de arriba abajo haciéndome sentir un poco intimidada. Es mucho más alto que yo y lleva el cabello despeinado, como si se hubiera levantado de la cama en ese momento.
¿Me habrá escuchado? Tal vez.
Salimos del pasillo y entramos en otro y en el fondo puedo ver, por fin, la gran cocina. Como siempre, cada lugar de esta casa me deja pensando en la misma palabra: wow. Los colores son los mismos, gris, pero esta vez un poco más oscuro, blanco y negro. Hay algunas cosas de decoración que son rojas dispersas por toda la cocina. Tiene una barra con siete taburetes de madera oscura. Las encimeras son de cuarzo y tienen un color un poco raro. En pocas palabras, es enorme y hermosa.
Puedo ver cuando él abre el refrigerador y saca algunas cosas, solo puedo ver que es pan, queso y jamón de pavo. Me hará un sándwich... creo. Me quedo quieta abrazándome a mí misma observándolo. Él se voltea y me mira.
—Siéntate —dice señalando los taburetes. Con algo de timidez, le hago caso.
Un escalofrío me recorre haciendo que me sienta un poco rara. Él comienza a preparar el sándwich enfrente de mí, dándome la espalda. Debo admitir que está muy bueno, se nota que se ejercita. El pantalón que lleva esta lo bastante bajo para que le vea un poco más de piel.
Por fin se voltea y camina hasta que llega a la barra y me da el sándwich, que se ve delicioso, y lo tomo.
—Gracias —digo y lo miro por un segundo, tiempo suficiente para que sus ojos choquen con los míos—. Lo siento —digo y bajo la cabeza enseguida, pero siento como me toma por la barbilla suavemente y me levanta la cabeza volviendo a encontrarme con sus ojos.
—No tienes que disculparte por mirarme a los ojos... no me molesta... y... el mundo está aquí —dice señalando a su alrededor—, no en el suelo —dice y me suelta. Nos quedamos unos segundos mirándonos hasta que él se va caminando por donde vinimos.
—Vuelve a tu habitación, Tanit.
—Lo hare, señor Blake.
Se voltea nuevamente hacia mí.
—Llámame solo Jared, Tanit —dice y, ahora sí, se va dejándome con una sensación demasiado rara en mi cuerpo.
Sera mejor que vuelva a mi cuarto lo antes posible.
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Los Blake
RomansaTanit White es una simple chica peliroja que vive junto a su madre, pero esta enferma de gravedad. Los medicamentos son muy caros y sus ahorros no dan para más. Tanit decide que es momento de buscar empleo, pero su misión es en vano al no obtener n...