Ya no me duele nada, ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que sentí dolor. Ya sea por los moretones y golpes o por mi fractura en el brazo. El cual, por las palabras de Alison, no ha mejorado ni un poco. Y yo pensaba que sí.
—¿Cómo es que no sientes dolor, niña? Esto es imposible —dice lavándose las manos.
—No lo sé, pensaba que estaba mucho mejor... porque no me dolía —admito.
—Pues déjame decirte que está peor que antes, por lo menos no dejaste de tomar los antibióticos y la infección en tu muslo desapareció, pero tu brazo... tienes que guardar reposo sino quieres perderlo —me dice todo con el tomo de una madre regañando a su hijo después de una travesura.
—Yo también pensé que estaba mejor —comenta Jared captando la atención de ambas.
—¡Pues no! Es como la quinta vez que lo digo, está muy, pero muy mal. Ven esto de aquí —dice señalando la placa que muestra los huesos de mi brazo. Una parte de este está encima de la otra y se ve muy feo—, eso es el hueso, está partido por la mitad y está a punto de llegar a ponerse al lado de la otra parte de hueso. Esto no es normal.
Camina hasta mí y me toma el brazo. Empieza a tocar en todas partes.
—¿No te duele?
Niego con la cabeza.
—Es imposible. Voy a tener que reubicar el hueso y volver a ponerte un yeso —dice y se aleja buscando algo en uno de los armarios. Vuele con una pequeña sierra en las manos.
Miro a Jared.
—Si que tienen de todo.
—Desde hace unos años que Alison es la doctora de la casa —me dice— se trajo todo lo necesario para aquí y ella es la que atiende a las pre... empleados y a nosotros.
—Ahh... que cool.
Luego de esa pequeña conversación. Alison me quito el yeso que tenía, acomodo el hueso en su lugar y después me volvió a poner otro yeso de material más fuerte. Y ella todo el tiempo diciendo lo imposible que era que yo no sintiera dolor alguno. Me dejó en claro que debía guardar reposo por al menos dos semanas sino quería perder el brazo, se me va a hacer algo difícil, pero pues... no quiero perder mi hermosa y habilidosa extremidad.
Salimos de la enfermería con algunas medicinas en las manos que son necesarias para que mejore. Jared las carga y yo lo miro de arriba abajo.
Qué bello...
Una sonrisita aparece en mi rostro por el cometario.
Sí, hermoso.
Ambos nos detenemos abruptamente al ver a Jenifer en mitad de camino. Sus ojos están fijos en mí y su enfado es evidente. La sonrisa que tengo en la cara se convierte en una de satisfacción. Que se jodan todos... yo ya tuve lo que quería.
Reanudo el paso y dos segundos después Jared también. Le paso por el lado a Jenifer no sin antes dedicarle una mirada que da a entender que no me dejo influenciar ni dominar de nada. Yo soy la que mando. Los recuerdos de ayer llegan a mi mente y mi boca muestra mis dientes en una gran sonrisa.
Luego del beso que Jared me dio. Jenifer se acercó al cadáver de su hijo y empezó a llorar junto a él. La sangre la machaba y yo solo podía verla y sentir un inmenso placer.
Nunca pensé que disfrutaría el dolor ajeno... pero es que es tan divertido.
Alina se había ido justo en el momento en que Jared se acercó a mí, pero antes de que ella se fuera del sótano soltó un suspiro de alivio y destenso sus músculos. Jared me lo dijo cuando dejo de besarme.
Esteban y Uriel estaban a punto de tener un ataque allí mismo, pero como estaba su madre y Jared, se contuvieron. El amor a veces es un obstáculo muy grande, pero realmente no sé si ellos sienten eso.
El cadáver de André... pues no sé qué le hicieron porque me fui de ahí con Jared minutos después. Él me saco del sótano antes de que se desatara el verdadero caos.
Llegamos a su habitación y él abre la puerta, entro y él lo hace detrás de mí. Me quedo quieta en el medio de la habitación y miro por la ventana. El sol se está escondiendo por el horizonte y el cielo se tiñe de colores como el rojo y el rosa. Siento el pecho de Jared en mi espalda. Suelto una exhalación larga y destenso mis hombros.
Aun no me creo que logre lo que quería, logre matar a ese hijo de puta que me jodio la vida en todos los sentidos. Física y mentalmente.
Pero yo soy tu amiga...
Estas muy lejos de serlo, maldita.
—Alina no está en la casa —dice Jared haciendo que levante la cabeza de mi celular.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto.
—Uriel me conto que la vio irse en la madrugada, huyo —dice y va hasta la silla que está frente a mí, se sienta y pone una de sus piernas encima de la otra.
Ladeo la cabeza y lo detallo con la mirada.
—Oh, que bien por ella, es mejor que este lo más lejos posible de aquí —digo y vuelvo mi vista al celular.
—¿Por qué lo dices? —pregunta y vuelvo a mirarlo.
—Es una casa en donde viven asesinos, Jared, personas que matan por gusto y tienen algo que les habla en la cabeza, es mejor que se vaya antes de que ella también se pierda completamente, vivo aquí y soy como ustedes, pero sé es mucho mejor estar a metros de esta casa —suelto todo de golpe sin dejar de mirarlo—. Lo único no tan malo que encontré en esta casa fuiste tú.
Él suelta un bufido.
—Yo no soy bueno, Tanit
Suelto un suspiro.
—Lo sé.
Me pongo de pie y me alejo de allí.
—¿A dónde vas? —pregunta.
—A caminar un rato, necesito estirar las piernas... y relajarme si es posible —digo y camino hasta la puerta con intención de cruzarla y salir, pero antes de que eso ocurra Jared me toma de la nuca y me gira haciendo que quede cara a cara con él.
Se me escapa un gritito de sorpresa por la brusquedad del gesto, pero me calmo cuando siento sus labios rozar los míos.
—Llevas desde ayer un poco distante conmigo, no sabía cuál era la razón a ese comportamiento, pero ya lo deduje —dice haciendo que frunza el ceño—. No te dije lo hermosa que te veías matando a mi hermano, lo diosa que parecías toda llena de sangre y con ese cuchillo en la mano, como le abrías el cuello con la ira reflejada en tus ojos y no me importa lo que piense mi familia después de esto, ellos ya no son nada mío, tú, Tanit, tú sí que eres mi familia—dice a centímetros de mi boca sin soltar su agarre en mi nuca—. Y me disculpo por ello, por tardar tanto en decirte estas palabras que sé están haciendo efecto en ti ahora mismo.
Me quedo con la boca abierta. Tiene razón , sus palabras hacen mucho efecto en mí. Siento mi piel erizarse, y sí. Estuve algo enfadada con él por no decirme lo que pensaba acerca de mis actos de la noche anterior. Por un momento llegue a pensar que ya no quería ver a su hermano muerto.
No lo pienso, corto el pequeño espacio que hay entre nuestros labios y lo beso. Él me corresponde el gesto con una intensidad que me mata. Su mano, que aún está en mi nuca, me hala del cabello hacia atrás dejando mi cuello descubierto. Siento sus labios deslizarse por él. De mi garganta escapa un leve sonido y, en un segundo, me alza y rodeo mis piernas en su cintura.
—Esto será así siempre —me susurra en el oído—. Tú y yo con el mundo a los pies —termina la oración y me besa.
—Sí... siempre... —tomo su rostro entre mis manos—. Te amo.
Una sonrisa de lado aparece en su rostro.
—Yo también te amo.
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Los Blake
Roman d'amourTanit White es una simple chica peliroja que vive junto a su madre, pero esta enferma de gravedad. Los medicamentos son muy caros y sus ahorros no dan para más. Tanit decide que es momento de buscar empleo, pero su misión es en vano al no obtener n...