Capítulo 52

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  5:16 a.m

Los pasillos de la mansión se encuentran silenciosos... oscuros y solitarios... ni un alma. Todos están dormidos.

Momento perfecto para llevar a cabo sus planes.

—¿Ya está todo listo? —pregunta la gobernadora de ejército.

—Sí, solo necesitamos su orden, señora —le contesta el chico enfrente de ella.

  Luego de cientos de denuncias hacia esta familia, todas ellas de desapasiones, decidieron poner manos a la obra. Meses buscando información importante sobre las personas que habitan esa podrida mansión, qué padecen, qué tienen. Ella lo sabe todo, como actúan , como se mueven, cuáles son sus horarios... todo. Ella lleva su mirada a la casa en donde ha vivido los últimos diez meses, en donde perdió amigos, donde escucho sus gritos de dolor y no podía hacer nada. Donde casi muere a manos de un maldito de ellos.

Fabi, Maya, Gina... Tanit...

Ella recuerda a esa chica cuando llego, tan llena de vida y ternura. Pero ya no es la misma, esa chica se fue apagando poco a poco, lo veía en sus ojos.

—Tienen que sacar a mi hija de allí, por favor —comenta la madre de Tanit al lado de ella. La gobernadora de ejercito posa sus ojos en la madre desesperada y coloca una mano en su hombro.

—Haremos todo lo posible por sacarla de allí sana y salva, señora, pero como le había dicho anteriormente —la mira a los ojos—. Su hija ya no es la misma persona, ahora es como ellos.

—Ella nunca le haría daño a alguien, mi hija es...

—Lo siento, pero lo vi con mis propios ojos —dice interrumpiendo a la señora.

—¡Me niego! ¡No! ¡Me niego a pensar que mi hija mató a una persona por gusto, me niego! —dice llevándose una mano al pecho—. Yo le dije que no fuera... yo le dije que no fuera esa casa... ¡Ay dios, ay, Dios!

—Señora... hey... ¿se encuentra bien?

—¡Cristina! —dice una voz en la distancia. La dueña de dicha voz se acerca rápidamente a la madre que ya está casi en el suelo.

Una mujer pálida de ojos azules se acerca y toma el rostro de Cristina entre sus manos.

—Hey... mírame... mírame, mi amor. Estoy aquí. Sé que es difícil, pero es la verdad, lo siento Cristi.

—Me niego, Mar. Me niego a pensar que Tanit haya hecho algo así —dice lanzándose a los brazos de Mar.

—Ya... ya... sabes que no puedes alterarte —dice está acariciándole el cabello.

La madre no para de llorar y su cuerpo entero empieza a temblar.

Ella las observa fijamente y algo en su corazón se rompe. Siente mucha lastima por estas dos mujeres... más por la madre que llora desconsolada en los brazos de su amada.

Ella se voltea y le hace una seña al chico que esta no muy lejos.

—¿Si, señora? —le pregunta.

Ella, con la vista fija en la mansión Blake, suelta las siguientes palabras.

—Es hora. La IFMB acabara con esta podrida familia. 

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