Cuento para Park Minhyun

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Había una vez hace mucho, mucho tiempo atrás una joven entusiasta que adoraba los días azules, el mirar por la ventana de su escuela y encontrar aquella cabellera oscura que causaba cierta sensación en ella.

Damin, ese era su nombre, tenía tan solo 15 años cuando supo que el amor no venía de un género, pero no tenía la suficiente fuerza como para aceptarlo, aun así, temerosa se permitía observar a la joven chica que se sentaba frente a su salón a esperar que ella saliera.

Cuando la campana para el receso aparecía ella corría emocionada preguntándose:

¿Era eso amor o estaba enloqueciendo?

No tenía una respuesta, era joven y no precisamente proveniente de un hogar que tuviera mucho de ese sentimiento, así que inexperta solo se permitía sentir cómoda frente a esa chica y fue por esa comodidad que empezó a pensar que quizás podría haber más que una amistad.

— Unnie—. Saludaba siempre con felicidad en su voz.

— Hey, Damin ¿Cómo estás?—. La chica solía usar la falda más corta que el resto, solía usar las joyas costosas que adornaba el caro uniforme, mientras Damin, bueno, estaba en esa prestigiosa escuela por sus buenas notas, no porque tuviese como pagar lo que costaba esta.

— Bien Unnie, ¿y tú?—.

— Bien, bien ¿Qué harás más tarde? ¿Quieres ir de compras?—.

— Sabes que no tengo el dinero para ello—. La chica la miro con una mueca seria, porque no la invitaba con intenciones de hacerla sentir mal, pero a veces la pequeña Damin era así.

— No importa, te compare algo yo—.

— Sabes que no me gusta noona—.

— Bien ¿y un helado? Solo quiero que salgamos—. La chica le sonrió y ella la devolvió, sí, claro que eso la ilusionaba, pero no, la chica no soltaba tales palabras con esa intención.

— Eso suena genial, Chungha unnie—.

— Vamos ahora a comer algo ¿Qué trajiste de merienda? Siempre traes cosas deliciosas, yo prefiero comprarlas en la cafetería—. Damin solo sonrió, no es que no le gustase comprar en la cafetería, peor le salía mejor prepararla en casa y ahorrara ese dinero.

— Busquemos un puesto en la cafetería, estoy cansada—.

— Estabas sentada—.

— Sí, pero recordar que debo trabajar luego de salir de aquí me causa agotamiento prematuro—. Bromeo con su amiga, la cual sonrió apretadamente.

— Pensé que descansarías hoy—.

— Mi compañera me pidió tomar el turno hoy, descansare el sábado, así que ¿hacemos algo ese día?—.

— Puede ser, mis padres saldrán de viaje, quizás podrimos pasar el día juntas, ve en la mañana a casa, pediré que preparen rica comida para un día de chicas—. Ella pareció maravillada con la situación.

— ¿Y tu hermano?—. Se atrevió a preguntar.

— Con su novia—. Respondió.— Siento que ir tan enserio a los 19 es muy exagerado—.

— ¿Lo es?—. Pregunto un poco decepcionado.

— Sí, mi hermano solo ha salido con ella y nuestros padres hablan de matrimonio libremente y ellos parecen felices—.

— Quizás es porque se aman—.

— Pero deberían de amarse acorde a su edad—.

— ¿Amarse acorde a la edad? Pensé que uno solo amaba y ya—.

Nacido para donar (YOONMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora