Epílogo

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Como una película todo vino a él, las alegrías, los buenos y malos momentos y lo peor, la agonía de perderlo. 

— Jimin, Jimin—. Escucho esa voz traerlo de regreso, un poco asustado sintió ese apretón en su mano y entonces se mostró confundido. Miro a su alrededor, parecía estar en un templo y su cabeza dolió un poco.

— ¿Jimin, pasa algo? —. Había un hombre a su lado el cual se posiciono en cuclillas para quedar a su tamaño y por supuesto que sabía quién era, eso no era lo que le había aterrado sino los recuerdos que vinieron a él, por lo mismo toco sus mejillas, regordetas y llenas de llanto.

Había estado llorando y no lo había notado, desde que entro al lugar su mente pequeña se engrandeció, comenzando a creer en la rencarnación.

Estaba asustado y no sabía que decir. — ¿Pasa algo? —. Negó ante la pregunta de ese sujeto mientras su atención fue a una mesa que tenia aquel templo, dos urnas atadas con lazos blancos y rojos estaban ahí.

El hombre a su lado se puso de pie, le sonrió y Jimin llevo su mano a su corazón, se veía pequeña y entonces simplemente corrió hasta esa mesa observando esas urnas de mismo color, pero con diferentes iniciales en ellas. Sabia porque estaban ahí, puesto le habían traído para contarle tal historia de dos enamorados que no tuvieron final feliz, pero que esperaban una segunda oportunidad.

Si, era su historia, era la historia de un Jimin y un Yoongi muchos años atrás.

Sin mediar palabras Jimin tomo esas dos urnas y simplemente salió del templo corriendo, nadie le seguía, pues solo estaba el hombre que vestía ropa elegante y él.

Aquel templo que era de su familia quedaba en el campo, había un gran puente de madera que daba a un gran lago, las vistas eran hermosas, el mundo era muy diferente como el que conoció siendo ese chico criado para morir.

— ¡Jimin! —. Escucho a lo lejos como un hombre junto a una mujer le llamaba, pero lo ignoro para continuar corriendo por ese puente de madera y al llegar al final abrió ambas urnas para simplemente tirarlas al agua.

La brisa le acaricio y solo pudo continuar con su llanto, sintiéndose ahogado y miserable.

— ¡Jimin! —. Escucho ahora ese grito más cerca, pero con otra voz y cuando giro solo pudo sentir ese golpe fuerte en su rostro. — Niño idiota, tu abuelo va a enfurecer, eso es costoso—. Jimin observo a esa mujer frente suyo.

Obtener una segunda oportunidad no siempre quiere decir que vas a hacer las cosas correctamente.

— ¿Qué te sucede Damin? —. El sujeto a su lado la tomo del brazo para apartarla de él. — ¿Cómo se te ocurre golpearlo? —. El hombre corrió a tomarlo del rostro con delicadeza observando la mejilla roja, Jimin quiso llorar y el hombre le abrazo mientras le susurraba que estaba todo bien.

— Ni siquiera sabes su precio y aunque lo fuese mi nieto no merecía tan golpe—. Ambos hombres lucían molesto con la mujer, pero fue el que se veía mayor quien lo tomo en brazos apartándolo del más joven.

— Descuida mira, ya están juntos—. El hombre le enseño el lago en donde las urnas flotaban y la mezcla de sus interiores no se podían diferenciar una de la otra.

Jimin no dijo nada para observa su propio reflejo en el agua y no, no se sorprendió de ver a un pequeño cargado por su abuelo, puesto que Jimin recordaba su rostro, como también recordaba que tenía 10 años, la edad en que a los jóvenes de su familia con el nombre de Jimin le llevaban aquel templo.

Ahora todo tenía sentido, y ya esas historias que se le contaban no sonaban tan ridículas y es que vamos, incluso al nacer tenían una rara tradición en su hogar. El nombre era escogido por una mujer sabía que decidía si podían llamarse Jimin o no, el chico tenía muchos homónimos en su familia.

Nacido para donar (YOONMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora