Caótico. Ambicioso. Oscuro. Sensual.
No hay adjetivos suficientes para describirlo. Es un monstruo que yo misma liberé. Un deseo que me condenó al peor de los pecados. Y ahora que ha vuelto buscando venganza, sabe que caeré en sus garras porque no p...
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La asignatura de Educación Física podía impartirse en muchas de las pistas deportivas que había en todo el internado, pero en esa ocasión se había decidido que nos agrupáramos en la de fútbol del patio exterior. Y pronto, ya allí, la clase se repartió en corrillos al llegar al campo de juego. Lulú saludó a algunas de las chicas, pero siguió caminando hasta colocarse a mi lado y me dio conversación mientras apostaba con mi propia mente cuál de los profesores me tocaría. Era un juego de cincuenta y cincuenta: ganar o perder. Nada más.
Mantuve la mentira con Lulú y ella se mostró muy dispuesta a ayudarme.
―Tranquilo, conseguiremos que te deje ―dijo.
Reconocí a Max entre el grupo cuando un carraspeo hizo que la clase formara una fila frente al que parecía ser el profesor. Primero vi la gorra del Real Madrid y luego el chándal naranja, era muy llamativo para no pasar desapercibido, pero lo era aún más la placa que colgaba en su pecho y con el nombre de "Gutiérrez".
Benjamín, más te vale tener razón.
El hombre dio un paso hacia nosotros y nos examinó a cada uno, fijando su mirada en el chico más menudo del grupo. En otras palabras, en mí.
―Este año va a ser difícil ―comentó, justo entonces―. Pero haremos que sea divertido, ¿entendido?
Las chicas se miraron entre ellas y los chicos simplemente murmuraron entre ellos, más dormidos que despiertos. Y de cierta manera, me sentía igual. Apenas había conseguido pegar cabeza después de lo que había ocurrido en la noche con el hombre enmascarado y su querido cuchillo cocinero.
Mi mano se dirigió a mi mejilla y recordé el corte. Ya no estaba.
―Antes que nada, ¿baloncesto o fútbol? ―preguntó el profesor―. Necesito saber en qué deporte queréis centraros este año. Además, evidentemente, de todos los ejercicios individuales de los que estoy seguro que ya estáis cansados y hartos, tanto como yo, de hacer como el Cooper o los Burpees.
―Mejor dividámonos en grupos, ¿no? ―propuso una chica, a lo cual todos accedieron.
Lulú me miró de reojo y dio un par de pasos hacia mí.
―Dime que vas a elegir ―me susurró―, quiero jugar contigo.
―¿Te parece baloncesto? ―la dije y ella asintió con la cabeza―. Perfecto.
Para mi suerte, Max eligió el fútbol.
Tras unas breves explicaciones iniciales, en las que Gutiérrez se centró en contarnos su programa de la asignatura, nos dejó libres para que jugáramos el resto de lo que quedaba de hora a alguno de los dos deportes mencionados: fútbol o baloncesto. Ocasión, además, en la que Lulú me arrastró a hablar con el aficionado del Real Madrid que se hacía llamar nuestro profesor para solucionar el tema de los cambiadores y las duchas.