28. Caminando entre sueños

1.5K 184 78
                                    


Tuve un sueño inquietante cuando la oscuridad me tragó y perdí la realidad de vista

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tuve un sueño inquietante cuando la oscuridad me tragó y perdí la realidad de vista. 

Me vi en la sala circular del subterráneo, esa que tenía la chimenea y los sofás tan cómodos, en los que me había dormido infinitas veces y practicaba cosas mucho más interesantes con Cristian y Caos en esos momentos locos en los que simplemente nos dejábamos llevar. Una breve imagen de nosotros tres enredados apareció frente a mí, pero la figura junto al fuego hizo que diera los primeros pasos y me desplazase hacia ella.

Las antorchas de la pared estaban apagadas, el fuego de la chimenea era el único foco de luz a mi alrededor, atrayéndome. Sentía que me dirigía hacia el peligro, acompañada por la oscuridad y escoltada por la incertidumbre.

Un peligro que resultaba demasiado atractivo como para ignorarlo.

Caminé lentamente hacia mi destino inevitable, del que había rehuido todo este tiempo en un intento por escapar de la verdad, de mi verdad. Esa misma que ardía en mi interior cada noche al cerrar los ojos y enfrentar a la oscuridad que anidaba en mí, expectante a todo y a todos.

Mis pasos eran tan silenciosos que me parecían irreales, o, mejor dicho, fantasmales.

Solo cuando ya distinguí bien la persona que disfrutaba de una copa de vino junto al fuego, sentada en el sillón individual, con una pierna sobre otra, y su mano derecha lanzando una moneda al aire, dejé de andar.

Conocía demasiado bien esa postura, ese perfil...

Dos personas volvían loco mi corazón y una de ellas estaba frente a mí.

―Deberías despertar, my dear ―dijo Caos, manteniendo los ojos en el baile del fuego, sin mirar en mi dirección―. Caminar en sueños no es bueno para tu recuperación, gasta más energía de la que pudieras pensar. Y el ataque te dejó sin reservas. Estás aumentando tu hambre con cada segundo que sigues ahí parada, sea dónde sea, y no tardarás en sentir las consecuencias, aunque deduzco que ya lo haces. Esa sed es tan desgarradora... Te aseguro que no es algo de lo que me orgullezca por haberte regalado. Eso no.

Él no podía verme, pero me sentía en la sala. O en su cabeza.

―Corta el vínculo, despierta y bebe sangre ―añadió.

―¿Caminar en sueños? ¿Eso es lo que estoy haciendo?

Una breve carcajada salió de sus labios cuando lanzó la moneda una vez más.

―Me apuesto una copa de mi mejor vino a que acabas de lanzar una pregunta. Siempre tan curiosa.

―Apenas sé qué soy...

Apenas conozco el verdadero rostro del monstruo que vive en mí.

Lo único que sabía era que estaba hambriento. Muy hambriento. Y tenía a su disposición, posiblemente, lo más apetecible que había rastreado desde su primer despertar: la sangre de Caos.

CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora