20. Nigromante

2.3K 237 33
                                    


«Max es un chico interesante, my dear

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Max es un chico interesante, my dear. Entiendo porqué lo protegéis con tanto ardor»

La sonrisa de Caos me sorprendió a través de la oscuridad y grité con todas mis fuerzas.

Me desperté de golpe, encontrándome con una habitación que no era la mía y una compañía totalmente inesperada. Miré a mi izquierda y tragué saliva al diferenciar la silueta de Alister, tendida a mi lado, con la sábana enredada en su cadera. Por suerte, estaba dormido. Ni mis pesadillas habían conseguido despertarlo.

Pero, ¿cómo había llegado a su cama?

Recordaba los minutos de pura tortura que prosiguieron a Max, después de que él abandonara el cuarto con una sonrisa en los labios una vez que había levantado mi tapadera, sirviéndose de un estúpido movimiento de dedos. Me había mirado con desprecio mientras reía y soltaba el veneno con el que cargaba a través de su boca. Ni cuando se fue pude respirar tranquila. Tenía que haber sido el ataque de nervios el que me arrojó a la oscuridad, y posteriormente, Alister me descubrió desmayada en el suelo de su habitación. Eso explicaría mi situación actual.

Era el camino más acertado, y sabiendo eso, quise creerlo.

El sentimiento de derrota que me consumió no fue equiparable a ningún otro, recorriendo mis entrañas con tanta fuerza que todavía ahora sentía que me asfixiaba.

Dio igual que Sandra se esmerara por disfrazarme, que Nate diera todo de sí para ser una persona que no era, que Amanda pasara días enteros frente al ordenador hasta conseguir los expedientes académicos falsos... El esfuerzo de todos no había valido nada por mi estupidez, por mi maldita confianza al subestimar a Max.

Tampoco pensaba que él fuese capaz de recordar eso o que dedicase parte de su tiempo en observarme lo suficiente para ver los agujeros dentro de mi máscara.

Muy bien. Lo jodiste, me dije.

Y hundí la cara en la almohada de Alister. Olía a él.

Mis ojos se movieron hacia el chico que dormía plácidamente a mi lado. Su respiración era profunda y retumbaba en la habitación. No roncaba, solo siseaba. Y al darme la espalda, podía comérmelo con la mirada sin que se diera cuenta. Pero mi conciencia no estaba lista para ese terreno, tan escabroso como atractivo, y simplemente, quería hundirme de vuelta a la oscuridad.

Volver a los brazos que una vez se sintieron como el hogar.

No aprendes, Emma.

Eso estaba claro.

Batallé con mis pensamientos y me levanté de la cama. Tenía que volver a mi cuarto si no quería encontrar a Nate plantado frente a la puerta, con un puñado de palomitas y una mirada inquisitoria juzgándome. Me había advertido sobre Alister una y otra vez, era más consciente de mi coqueteo que yo misma, y por esa razón, sus ojos nunca abandonaban mi espalda y sus consejos siempre seguían mi rastro.

CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora