Tropecé con mis propios pies al alejarme de Caos y caí al suelo frente la inquisitoria presencia de Cristian, sintiendo el peso de cada una de sus palabras.
―No seas tan duro con ella ―dijo Caos.
―No lo he sido...
―Opino diferente ―mascullé―. Pero allá tú.
―¿Convertirte en un chupasangre te volvió débil, Emma?
Esquivar su ataque hubiese sido lo más razonable, evidentemente no actué así ante él.
―¿Morirte te volvió más cruel, Cristian?
Si su expresión era un cúmulo de odio antes, ahora era mortal.
Te pasaste... Él murió por tu culpa, no se lanzó al fuego por gusto.
Me arrepentí tan rápido de haberlo dicho que me sentí tremendamente estúpida.
―No debí...
―Él se lo buscó. ―Caos lanzó la moneda al aire una última vez antes de guardarla en el bolsillo de su pantalón, sin mirar cómo había caído, si de cara o de cruz―. No espero que resolváis vuestros problemas, que ciertamente son también míos, con la facilidad que me gustaría. Seguís siendo jóvenes a mis ojos, vuestra forma de actuar ante los problemas es acorde a la edad. Distinta a la mía, sin duda. Pero, por favor, poned un poco de empeño. No quiero ver cómo os matáis después de todo. Uno no escapa de la muerte una segunda vez; si la convocáis, ella os llevará a su lado. Nada la detendrá.
A regañadientes, Cristian cambió de actitud...y yo también.
―Te conservas bien para tu edad ―dije en un intento por hacer menos incómodo el momento. Tampoco es que mintiese, Caos no aparentaba tener los siglos que arrastraba consigo―. Será mejor que vuelva a la cascada antes de que amanezca. Tengo que llevar de vuelta a Nate a nuestra habitación.
Había borrado sus recuerdos de esta noche en un intento desesperado por alejarlo del peligro, arrancando todas aquellas imágenes que podrían causarlo, aunque eso era lo que me decía para engañarme. Lo único que me llevó a hacerlo era el deseo enfermizo de seguir manteniendo la mentira, de ser vista como la amiga y no como el monstruo. Esa máscara de humanidad que había tomado con todas mis fuerzas, temerosa de desprenderme de ella por miedo a ser juzgada. Y con ese pensamiento, me tomé la libertad de tomar algo que no era mío y hacerlo desaparecer sin que pudiera hacer nada para corregirlo.
Actué por puro impulso, sin experiencia, y funcionó. No pensaba que lo hiciese en realidad.
―Nate ya está de vuelta en su cama.
La voz de Cristian me sacó de una patada del nido bullicioso de mis pensamientos, lo que hizo que mirase en su dirección con una evidente sorpresa reflejada en mi rostro.
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Caos
ParanormalCaótico. Ambicioso. Oscuro. Sensual. No hay adjetivos suficientes para describirlo. Es un monstruo que yo misma liberé. Un deseo que me condenó al peor de los pecados. Y ahora que ha vuelto buscando venganza, sabe que caeré en sus garras porque no p...