― CAOS ―
La sed de sangre estaba controlándome más rápido de lo que creía. Había utilizado grandes cantidades de magia para mantener a los cadáveres bajo mi control cuando noté que los lazos que me unían a ellos estaban siendo cortados de cuajo en mi propio terreno. Entendí que se trataba de Agnes mucho antes de que su nombre saliera de mis labios, solo ella podría manipular mi magia por el vínculo que nos unía, como maestra y alumno.
Mi cuerpo tembló y se derrumbó en el suelo en cuanto se me escapó el control de mis cadáveres, de todos y cada uno de ellos, quedando desprovisto. Bastó con un solo intento de Agnes para quitarme a todo mi ejército de muertos.
Tiene al Gato con ella, pensé. Se está sirviendo de él para opacarme.
No me quedé mirando las baldosas por mucho tiempo. Debía actuar ahora, o los humanos de la montaña serían despedazados por los deseos de una bruja aburrida y sedienta de poder, a la que la vida humana le parecía de lo más inútil e insignificante. Convertiría la montaña en un capítulo más de cualquiera de las series sobre apocalipsis zombi de las que Cristian hablaba cuando se cruzaba con algún cadáver en el subterráneo.
Y no quería ser partícipe de un banquete de esas características.
Me gusta otro tipo de banquetes, unos mucho más específicos.
Interrumpí en la habitación en la que sabía que dormía Amanda y desperté a los dos bellos durmientes que se mantenían abrazados sobre el colchón. Nate fue el primero en abrir los ojos con mis empujones, seguido muy de cerca por Amanda. Ninguno comentó la postura en la que habían estado segundos atrás, porque mi estado de nervios opacó cualquier otro pensamiento.
―¿Qué ocurre, Caos?
―¿Alguno de los dos ha visto un capítulo de The Walking Dead? ―pregunté―. Creo que se llamaba así la serie, esa que siempre menciona Cristian. ¿Estoy en lo cierto?
―Sí, The Walking Dead. Lo has dicho bien ―dijo Amanda.
―¿A qué viene eso? ¿Por qué nos has desper...?
―La montaña está a punto de convertirse en un capítulo de esa serie. Perdí el control de todos mis muertos vivientes.
―¡¿Qué has hecho qué?! ―gritó Nate.
―Torquemada está en la sala circular, id para allá y no os mováis. Voy a cerrar todos los accesos del subterráneo ―les advertí―. Y si escucháis a alguien pidiendo entrar, ¡cualquiera!, no abráis la puerta. Agnes no puede entrar si no es invitada, no físicamente. Perdió el derecho hace mucho tiempo. Pero puede proyectarse dentro y manipularos para que la invitéis, cuidado.
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Caos
خارق للطبيعةCaótico. Ambicioso. Oscuro. Sensual. No hay adjetivos suficientes para describirlo. Es un monstruo que yo misma liberé. Un deseo que me condenó al peor de los pecados. Y ahora que ha vuelto buscando venganza, sabe que caeré en sus garras porque no p...