«Hermoso monstruo»

19.2K 1K 349
                                    



En un momento perdido del pasado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En un momento perdido del pasado...

Al hablar de monstruos se tiende a pensar que son criaturas horribles que arrastran a la muerte por donde van. Si preguntas a un niño, quizás, te describa a uno de los villanos de Disney o las extrañas sombras que cree ver en su armario cuando despierta en plena madrugada por una pesadilla. En cambio, si preguntas a un adulto lo más seguro es que te señale a la suegra. La respuesta siempre varía en función de la persona, pero nunca su significado.

Los monstruos son malos, peligrosos y corrosivos. Nos alejamos de ellos en la medida de lo posible huyendo de lo que representan. Pero, ¿qué haría ese mismo niño si el monstruo de su armario fuese lo más bello que había visto nunca?

Seguramente, encandilado por lo que tenía delante, invitaría a su nuevo amigo a jugar con él. Olvidaría los consejos de su familia y confiaría en él por completo. Pondría su vida en sus manos hasta que el monstruo la hiciera desaparecer para siempre con sus afilados colmillos llevado por una sed incontrolable.

Ese desgraciado niño había confiado en aquello que liberó...igual que yo.

-¡Emma, espabila querida!

Una lata de cerveza golpeó mi pierna devolviéndome a la realidad. La puerta a mis pensamientos se cerró al fijar mi atención en el dúo que peleaba por quién se emborrachaba antes. Típico de Amanda y Nate.

-¡Tú puedes, Nate! -exclamó Cristian a mi lado, con la cabeza apoyada en mi hombro-. ¡Te dejo la habitación libre cuatro noches si ganas!

-¿Y dónde dormirás tú? -pregunté.

-Contigo, por supuesto.

Amanda dejó de beber y nos lanzó una mirada desafiante antes de gritar al cielo con fuerza.

-¡NI DE COÑA, TORTOLOS! -Se levantó rápidamente, aunque no tardó en tambalearse por el alcohol-. No quiero que estéis follando en mi habitación. ¡También es mía!

-Siempre puedes venirte a la mía -comentó Sandra sentada en el borde de la azotea.

-¡Nadie me va a echar de mi habitación y mucho menos para follar!

Oculté mis mejillas rojas con el pelo e intenté obviar que estaban hablando de mí. Podía conversar sin tapujos cuando estaba borracha, pero de normal era bastante tímida y más cuando los temas de parloteo se centraban en mi vida sexual con el chico que se había dormido plácidamente en mi hombro en apenas unos minutos.

Adorable.

Se dormía en cualquier sitio, fuese el que fuese, y en cualquier momento.

-¿Ya cayó? -Nate se acercó a nosotros y se puso de cuclillas-. Puede que esté muerto.

-Bueno, si muere -empezó a decir Amanda.

-...tenemos a Caos -acabó Carmen, señalando con su cerveza un punto fijo en la azotea.

Los cuatro, algunos más conscientes que otros, nos volteamos hacia el invocado que estaba tranquilamente tumbado boca arriba a unos metros de nosotros. Vestía completamente de negro, como siempre. Su camisa, abierta al completo, dejaba a la vista lo que tantas adolescentes denominarían "tableta de chocolate". Y las gafas de sol ocultaban sus ojos tan inhumanos como su propia existencia.

Caos.

Una sonrisa coqueta, dispuesta a seducir a quienes tuviesen la desdicha de mirarlo, apareció en su rostro y sin moverse, con la vista clavada en el cielo nublado de ese sábado de octubre, alzó la voz.

-Tengo más cosas que ofrecer que mis conocimientos sobre la muerte, chicas. Se lo pueden preguntar a Emma. -Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al oír mi nombre en sus labios-. Ella os puede contar con detalle lo bueno que soy en otro tipo de actividades mucho más físicas, ¿a que sí?

-Vete a la mierda, por favor.

-Yo también te quiero.

Reprimí una sonrisa y observé al que sería mi perdición en un futuro no muy lejano.

Mi hermoso monstruo, ¿qué habría sido de nosotros si nuestros caminos no se hubiesen cruzado?

Quizás, yo seguiría siendo humana y mis amigos tendrían una vida normal donde la muerte no estuviese acechándolos día tras día. Pero, en ese momento, las cervezas no podían avisarme sobre el futuro que nos deparaba. Era feliz y solo eso me importaba.

Le había abierto mi corazón...

...y no solo eso.

En aquel entonces no supe ver el destino que estaba eligiendo al invitar al monstruo a salir del armario y jugar conmigo. Y aunque Caos fuese peligroso e ignorase esa faceta de él para seguir a su lado, disfrutando de su cercanía, al final la única que traicionó su confianza fui yo.

Y mi capricho acabó por condenarnos a todos.


- Nueva historia -

- Nueva historia -

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora