La oscuridad me devolvió la mirada cuando abrí los ojos en la tormenta de mi mente al caer inconsciente. Al tenerme bien sujeta, Caos impidió que me diera de bruces contra el suelo. Y supe con certeza que no me soltó después, porque sentí su calidez a mi alrededor a pesar de lo fría que se encontraba las nubes negras que acompañaban a la tempestad de mi interior. Una que había ido cosechándose con el tiempo, explotando con la aparición de Agnes y el ataque a Torquemada.
Uno más, y no el último.
Carmen, Sandra, Torquemada...
Esto no iba a acabar sino le poníamos fin.
De repente, después de lo que podría haber sido una pequeña eternidad, la negrura se disipó y me vi sentada bajo la cresta de un árbol, con la espalda apoyada en el tronco y una cálida bola de pelo descansando sobre mis piernas. Sin embargo, no eran mis manos las que veía, tampoco la voz que escuchaba. Nada de lo que tenía a la vista me pertenecía, pero estaba atrapada ahí.
―Si esto sigue así, las cosas se van a complicar ―dije yo, aunque no era mis palabras. Alguien más las había dicho y me estaba viendo obligada a repetirlas―. Pero eso debe divertirte, ¿no es así? Después de todo, tu anterior dueña te usó para deshacerse de su marido y su bebe de seis meses para luego intercambiarte por un pastel. ¿Crees que la lleven a juicio? Sería un buen espectáculo.
―Irá a por ti.
―No la veo capaz...
―Tú lo harías, Agnes. Todo sea por alejar la cuerda de tu cuello.
Sentí un escalofrió dentro del sueño.
Pensaba que era Torquemada al que acariciaba mientras la conversación se reproducía sin que pudiera detenerlo. Me había equivocado.
A quién había estado hablando todo el rato era al monstruo que se llevó a mi amiga, el que intentó apuñalarme y el que había atacado a la verdadera liebre. Y en vez de percatarme, simplemente seguí recitando palabras que me eran ajenas por completo mientras acariciaba el lomo del animal. El cual, ahora que mis manos se habían alejado y mi grito se había filtrado dentro de lo que fuera esto, quizás un nuevo juego del monstruo se había sentado frente a mí, con su cola moviéndose al son de una melodía que desconocía.
No hubo palabras que expresaran el miedo que recorrió mi cuerpo, que no era mi cuerpo, en ese momento. De mi boca solo salieron ruidos de pánico, gritos monosílabos. Perfectos para el divertimento del conocido visitante que había interrumpido en mi mente por segunda vez. Y esperaba que no hubiera más después de esa.
―Vas bien encaminada ―dijo, todavía en esa forma animal.
―¿De qué estás hablando? ―pensé, porque mis labios decían palabras que no eran mías, y seguramente, frente al Gato, estuviera la mismísima Agnes dirigiéndose a él. Este debía ser un recuerdo de alguno de los dos; dada la visita inesperada, lo más probable es que le perteneciera―. ¿Bien encaminada hacia dónde exactamente?
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Caos
ParanormalCaótico. Ambicioso. Oscuro. Sensual. No hay adjetivos suficientes para describirlo. Es un monstruo que yo misma liberé. Un deseo que me condenó al peor de los pecados. Y ahora que ha vuelto buscando venganza, sabe que caeré en sus garras porque no p...