10. Agua maldita, agua bendita (1º p.)

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Revisé el mensaje por décima vez, quizás

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Revisé el mensaje por décima vez, quizás. Ya la había contestado en la noche y todavía no había recibido una respuesta suya, pero la pregunta seguía dando vueltas en mi cabeza. Ese mísero mensaje había servido para recordarme que ellas también estaban luchando contra el pasado, intentando desmantelar todos los secretos que había ocultado Carmen de nosotros.

Estaba en mi tiempo libre, y lo único que había hecho hasta ahora, había sido revisar esa corta conversación.

Todavía era pronto para que pudiera reunirme con Amanda y Sandra, pero mentiría si dijera que no tenía ganas de verlas y contarlas lo que habíamos descubierto en esos días.

Mi cuerpo se dirigió hacia un lugar en concreto mientras mi mente pensaba en el meme de la foto de perfil de Amanda: era Pumba.

―Soy un cerdo decente, no un puerco ―leí.

Solo levanté la vista de la pantalla cuando el chapoteó del agua me llamó la atención.

Estaba en la piscina.

Mi singular condición no me permitía nadar como el resto de los alumnos. No podía ir a los cambiadores y salir con un bañador masculino; entre mis ideas estúpidas, no estaba descubrirme. Quería zambullirme... Mi instinto me alentó a venir por la noche y disfrutar del agua sola. Nadie vendría debido a los zombis que recorrían el King's Collage y solo tendría que escapar de estos para evitar problemas. Nada más.

¿Qué podría sucederme? Además de morir, claro.

Descarté la idea cuando me senté en el borde de la piscina y mojé las piernas, ignorando las represalias del supervisor y deseosa de que me dejase en paz. Por suerte, al cabo de un rato, decidió darse la vuelta y preocuparse por el resto de alumnos al ver que no estaba dispuesta a moverse.

Mucho mejor.

Sonreí para mí misma e incliné mi propio cuerpo para llegar con mis manos hacia el agua, hundiendo las yemas de mis dedos con cuidado para evitar caerme. No quería tener que visitar la ducha ahora, no cuando Nate estaba por empezar un partido con los chicos.

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