36. El significado de la nota

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El bullicio del comedor nos recibió a la mañana siguiente

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El bullicio del comedor nos recibió a la mañana siguiente. Nate estaba cabizbajo, terriblemente silencioso desde que sus ojos encontraron a Amanda tras el altercado. Nuestra pequeña conversación había servido de algo. Se dio cuenta de su error, era consciente de que jodió todo con su ataque de nervios, incentivado por sus propias inseguridades.

Amanda no le dirigió la palabra. Y conmigo se mostró todavía alerta, por lo que la despedida fue bastante incómoda. Hasta Sandra lo notó e intentó aligerar la carga con bromas que solo consiguieron sacar una que otra sonrisa pequeña y forzosa.

Al volver a la montaña, vestidos con nuestros disfraces, a Nate le fue difícil ser Anselmo.

Y lo mismo me sucedió a mí. Marcus se escondió detrás de una amplia pared cuando mis ojos chocaron con los de Cristian entre el jaleo del desayuno, con toda la gente moviéndose de un lado a otro. Su mirada traspasó todas las barreras que quisiera construir en su avance, llegando a mí con fuerza, lo que hizo que mi disfraz se enterrase todavía más hondo en mi interior.

Él lo dijo, y yo lo acepté. El beso, y lo que lo siguió, nunca ocurrió.

Con esa idea en la cabeza me uní al grupo en la mesa del desayuno, flanqueada por Nate a mi derecha y Andrés a mi izquierda. Este último con un ojo puesto sobre mi otro acompañante, titubeando a la hora de abrir la boca. Una duda que destacó sobre el jolgorio del resto.

―No sé si metí la pata ―me susurró, abandonando su intento de hablar con Nate.

―¿Tú crees?

Andrés suspiró.

―Fui un idiota, un mal amigo...

―Le avisaste, y quién avisa no es traidor ―dije con el mismo tono bajo para no interrumpir a los demás que hablaban de Max y su estupendo comportamiento en la quedada―. Además, Amanda tiene su vida y puede decidir sobre lo que hace. No es una niña. Pero, por curiosidad, ¿fue lío de una noche o te pillaste y olvidaste a tu querida presi?

Presidenta con la que todavía no había tenido el placer de reencontrarme. Tarde o temprano iría a reunirme con ella solo para comprobar si algo cambió después de la noche de Halloween.

Quizás, la Alba que me atacó era el gato y solo conseguí alejarlo una vez más.

Había algo que no cuadraba, porque él apuntó a mi corazón, a dónde debería estar si no estuviera en alguna parte de esta montaña. Si era leal a Agnes, debería saber cuál era el ingrediente del hechizo que liberaba a Caos de su confinamiento. No habría apuntado hacia esa zona de saberlo...

Algo se me escapa.

―Lío ―respondió Andrés―, Amanda me lo dejó claro al principio y yo acepté eso.

―¿Y te lo pasaste bien?

―Sí.

―Eso es lo único que importa. ―Me acerqué a él un poco más, evitando así que Nate me escuchase aunque pegara el oído en la conversación que se estaba dando a su izquierda―. Y no es por ser mal amigo, te lo prometo, pero pertenezco al #teamAnselmo. Pese a todo.

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