47. La elección

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A diferencia de antes, esta vez no dudé en contarle a Nate sobre mi extraño sueño cuando nos despertamos a la mañana siguiente

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A diferencia de antes, esta vez no dudé en contarle a Nate sobre mi extraño sueño cuando nos despertamos a la mañana siguiente. Ambos habíamos quedado atrapados en un enredo de extremidades al dormir, lo que nos sonsacó unas carcajadas al darnos cuenta de ello. No había más que cariño y paz en este tipo de proximidad, especialmente ahora que las cosas se hablaron (al menos en parte) y el peso en mi pecho había desaparecido casi por completo.

Su cercanía era más que bienvenida, como la de un hermano en el que apoyarse en los peores momentos. Una ayuda que me había obsesionado con evitar hasta este día.

Finalmente, me sentía cómoda a su lado.

Sin restricciones, sin secretos.

Nate acarició mi mejilla con las yemas de sus dedos, todavía tumbado a mi lado. Tendríamos que empezar a prepararnos para ir a desayunar, pero las sábanas nos retenían en la cama. Cómodos en la burbuja que se había instalado en torno a nosotros mientras dormíamos.

No rechacé su toque, me incliné hacia él y sonreí cuando Nate lo hizo.

―¿Suena extraño que quiera ver tus colmillos otra vez?

Mis ojos se desviaron a las recientes marcas de su cuello.

―¿No tuviste suficiente con que te mordiera? ―pregunté.

―El que no tuvo suficiente fue ese idiota, te lo aseguro ―dijo, cerrando brevemente los ojos para luego abrirlos y soltar una breve risita. La brevedad no le arrebató la malicia inscrita en ella―. Tengo la teoría de que no me hubiera dejado acercarme si hubiera sabido que te lanzarías hacia mi yugular de esa forma. Se habría contentado con alimentarte él solito.

―Cristian se molestó mucho conmigo al enterarse de que había tomado tus recuerdos sin tu permiso. Robé algo que no me pertenecía, y luego no supe cómo devolverlo. A su manera intentaba conseguir de vuelta lo que había perdido, y mi decisión frustró sus planes. Sé que duele, un tipo de dolor que no se puede interpretar. Porque se siente como una bomba impactando contra tu cuerpo en ocasiones, y en otras, tan solo un escozor en el pecho. Hay cosas por las que reprocharle, del mismo modo que él tiene toda una lista para reprocharnos. Pero Nate... Cristian te quiere de vuelta, en su anhelo de volver a atrás y recuperar a su mejor amigo.

―No creo que yo sea lo único que quiera recuperar.

Sus ojos decían más que sus palaras.

―Es difícil recuperar todo cuando fue la muerte quién te lo arrebató ―susurré―. Y la muerte tomó todo lo que él tenía...

―Pero está vivo.

―Eso fue gracias a Caos.

Mi honestidad no fue un trago fácil de digerir para Nate.

Se tensó al oír el nombre del brujo en mis labios, seguramente porque no lo hice con odio. No podía en este punto, estaba aliviada de que hubiera sido Caos quién tomase la mano de Cristian y lo arrastrara de vuelta a la vida. De todos nosotros, él fue el único capaz de alcanzarlo en la muerte a pesar de las consecuencias que había destinadas para una decisión tan arriesgada.

CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora