Caótico. Ambicioso. Oscuro. Sensual.
No hay adjetivos suficientes para describirlo. Es un monstruo que yo misma liberé. Un deseo que me condenó al peor de los pecados. Y ahora que ha vuelto buscando venganza, sabe que caeré en sus garras porque no p...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Rojo.
Rojo.
Rojo.
Rojo.
Rojo.
Era extraño y abrumador. Debería estar centrada en el maravilloso sabor del rojo, del precioso color que cubría mis labios mientras lo consumía con puro ansia, temerosa de que fuese a desaparecer de mi poder si paraba. Pero mi concentración no era total, no era tan buena, porque podía escuchar lo que sucedía a mi alrededor. Se oían voces dentro del rojo, ecos de una realidad diferente. No me llamaban, tan solo peleaban entre sí.
Eso no me gustó, me hizo alejarme de ellas y buscar perderme en el rojo.
Se sentía mucho mejor allí.
―¿Lulú?
―Cerré la puerta. No vio nada.
―Debes de estar sorprendido...
―Ni una palabra, Cristian.
―Nate...
―¡No te atrevas a llamarme por mi nombre! ―gritó una de las voces, casi arrancándome de mi paz. Me revolví molesta, sin apartar la boca de la vena, sin separar los labios que se tintaban de la sangre de alguien más―. ¡No tienes ningún derecho!
Dejad de gritar. Rojo.
Dejadme comer. Rojo.
Dejadme en paz. Rojo.
―¡No te acerques, Nate!
―¡¿Cómo no me voy a acercar?!
Todo el rato chillando, todo el rato.
―¿Eso son colmillos?
―Primero aléjate, es imprevisible cuando está así.
―¿Cómo lo sabes?
―Caos.
Hubo silencio y pude disfrutar del rojo en mi boca, pero no duró mucho tiempo.
―¡Nate, te he dicho que no te muevas!
―Ella no me hará nada.
―¡Nate!
Rojo. Rojo. Rojo. Rojo.
Hay más rojo cerca, hay más.
―¡Auch! ¡Duele!
―¡Te dije que...!
―¡Mierda, mierda! ¡Está bebiendo!
Rojo. Rojo. Rojo. Rojo.
Hay más rojo cerca, hay más.
Tuvieron que pasar una infinidad de minutos para que mi vista se aclarara, solo sucedió cuando pude saciar mi sed y me relamí los labios con el placer recorriendo mi cuerpo. Sin embargo, no era Cristian a quién había estado mordiendo.