13. Parte 2.

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Pasaron varios minutos desde que subimos al bus y mi tío aún no se había bajado. Marco mantenía la mirada sobre él. Parecía estar con cierta duda a pesar de haber llegado hasta aquí. No sabía qué podría hacer para hacerlo desistir de llegar a más.

De repente, el vehículo se aproximó a una parada y mi tío se puso de pie. Se aproximó a la primera salida y, de igual modo, nosotros nos acercamos a la puerta trasera.

Marco no decía ni una sola palabra. Al bajar, nos volteamos por unos momentos esperando a que mi tío empezara a caminar. Cuando lo hizo, le seguimos el paso dejando una cierta distancia.

- Aún no sé por qué hacemos esto.

- Porque...

Para ser sincera, no esperaba que me respondiera.

-...ne-cesito saber si realmente... lo que dice es...

Supe lo que trataba de decir pese a que no terminara de hablar.

Unas cuadras más adelante, logramos verlo cruzar unas rejas negras que daban pase a una vivienda amplia. Era antigua pero no se veía descuidada. Él se acercó a la puerta y tocó una, dos, tres veces hasta que se abrió.

Marco y yo nos quedamos ocultos detrás de las rejas, aprovechando la presencia de algunas plantas que nos encubrían. Salió una mujer de la vieja morada, la cual vestía una bata de las que normalmente se usan para dormir. Tenía el cabello castaño.

Marco apretó fuertemente la mano que posaba sobre el enrejado.

- Oye... tranquilo.

Coloqué mi mano sobre su hombro. Ahora sé por qué hizo todo esto.

Él se volteó y fijó su mirada en mí. Hacía tanto que no veía tan tristes sus lindos ojos verdes.

- No pue-de ser que todo haya sido... en vano. No debí confiar en que...

- ¿¡Te vas a casar!? ¡Felicidades!

Al escuchar aquel grito ligeramente carrasposo nos dimos la vuelta para poder observar mejor. Ella lo abrazaba emocionada.

- Lo siento, lo siento. Estoy algo recuperada pero sigo convaleciente.

- No te preocupes, me alegra verte mejor. Todos en la oficina te echan algo de menos.

- Yo igual lo hago. Aunque estar aquí en casa tampoco es tan malo. Mi marido me ha cuidado mucho estos días.

- Espero puedas asistir. Me dirigía a comprar algo para la cena pero recordé que no te había contado esto, ya que fue algo de los últimos días. Además, como no te veo en la oficina decidí venir hasta tu domicilio.

- Me alegra verte, Ryan. Trataré de asistir, no quiero perdérmelo. También quiero conocer a tu futura esposa. No olvides tratarla como a una reina.

- Lo sé, es una mujer increíble. Te le voy a presentar algún día, esperemos que para este fin de semana.

Tras un breve silencio, Marco se dio la vuelta y caminó un poco para despejar la mente. Yo me limité a seguirlo por detrás.

- No sé qué pensar al respecto...

Se detuvo y volvió a mirarme, tenía un leve sonrojo de vergüenza.

- Eres un tonto, lo sé, pero no puedes culparte por esto.

- Es que... yo...

- Lo sé, Marco. Tenías dudas y mereces tenerlas. Aun así, cuando decides volver a confiar en personas que te hicieron mucho daño debes de arriesgarte. La confianza demanda muchos riesgos.

- ¿Será que soy masoquista?

- Lo he considerado.

Él me miró bastante extrañado para luego soltar una pequeña risa involuntaria. Realmente me gusta verlo sonreír.

- ¿Te sientes mejor, idiota?

- Creo... que un poc-

- ¡Espero sigas mejorando! ¡Adiós y cuídate!

Escuchamos la voz de mi tío bastante cerca y al voltear lo vimos casi cruzando el enrejado.

- ¡Diablos, nos ver-... mphg...

Lo tomé del cuello para luego besarlo mientras cubría su rostro usando el mío y la capucha que él traía.

- Tómame de la cintura, idiota.

Al hacerlo, lo atraje más a mí para evitar una mayor visión. Oí una caminata de pasos acelerados mientras continuábamos lo más cerca posible.

Los besos cesaron cuando dejamos de oír algo. Nos separamos y ninguno sabía qué decir. Vimos a ambas direcciones de la calle y no había rastro de mi tío.

-O-Oye, ¿Cómo supiste que...

- Las personas se avergüenzan en púbico con las manifestaciones amorosas.

- Creo haberlo escuchado antes...

- Además, ayudó bastante estar vestidos así.

Caminamos hasta la banca de un parque.

Creo que necesitábamos tomar un respiro de todo esto.

- Fue una gran idea la que tuviste, debo admitirlo.

- De vez en cuando tengo buenas ideas.

- Si, lo puede ver... ¿Pero sabes algo?

- ¿Qué cosa?

- Tienes razón al decir que siempre se toma riesgos al confiar en alguien. De alguna manera siempre lo hacemos...

- Sí, pero creo que tú... has tomado riesgos tantas veces que...

De repente, sentí algo encima de mi mano que tenía sobre la banca. Al verla me di cuenta cómo había posado su mano sobre la mía. Hizo un movimiento como si me estuviera pidiendo poder entrelazar nuestros dedos, así que lo hicimos.

Era un gesto muy lindo pero no sabía por qué lo había hecho.

- Yo solo quisiera equilibrar mi vida un poco... Puede que otras personas tomaran distintas decisiones a las que yo tomé pero al hacerlo fueron acorde a lo que mi corazón decía.

Volvió a sonreír. Me gustó tanto su expresión que me llevó a hacer lo mismo mientras observaba ligeramente nuestras manos entrelazadas.

- Eres muy lindo, sabes.

De verdad, te amo...  (Segunda parte de "PRIMOS...")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora