8. Parte 2

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— ¿Allison?...

— Hola, Marco. Ehm... Cuánto tiempo sin vernos.

— Lo mismo digo. ¿T-Tía, también estás aquí?

— Hola Marco, has crecido mucho desde la última vez que te vi.

— Je, quizás un poco. Mamá, no sabía que...

— Tampoco lo sabía, pero llegas en un buen momento. Tu prima después de mucho volvió al país y mira quién también está aquí.

Sus palabras terminaron en dirección hacia una pequeña de negros cabellos que se encontraba junto a Allison. Como todo niño portaba de una mirada tan inocente y llena de luz. Sus ojos eran iguales a los de su madre.

— Hola, pequeña. ¿Cómo te llamas?

Traté de ser mayormente amable en mi presentación, pero creo que los niños siempre son algo tímidos al principio.

— Amor, debes responder el saludo.

Con una voz suave y cortas palabras de Allison obtuve la respuesta.

— Au-Auro...ra...

— Qué lindo nombre.

Pude decir antes de que la niña apartara la mirada de inmediato y de una forma traviesa, siendo este el motivo para un conjunto de risas.

— ¿Y qué tal todo para ti, Allison? ¿Qué se siente estar de nuevo por aquí?

— Es raro aunque no parezca; todo me parece familiar pero a la vez no.

— Es lo normal y ya que estarás aquí por algún tiempo intenta disfrutar lo más que puedas de las cosas.

— ¿Por algún tiempo?

— Sí, algunas semanas, Marco.

Es tan extraño oír su voz tan cerca, estar sentado frente a ella, tener esa sensación incómoda de no saber cuál debería ser mi siguiente acción y sobre todo de no poder mirarla a la cara por más de medio minuto.

Se suponía que esto no debía ser tan pronto...

— Iré a asearme.

De a prisa me adentré en la casa, me quité la ropa y me di una ducha; durante esta no dejaba de preguntarme qué diablos pasará ahora. Cuando terminé de secarme me dirigí a mi habitación para buscar ropa limpia.

Estoy seguro que esto tampoco debe ser fácil para ella, es decir, el hecho de vernos en persona después de todo lo que pasó es algo difícil de asimilar y por el momento no podemos hacer como si las cosas estuvieran bien, ¿o sí?

Dejé de hacerle caso a mi enredada mente y volví a donde estaban ellas.

— Marco, ¿puedes ayudarme a acomodar la mesa para el almuerzo?

— Claro, mamá. Ahora voy.

— Yo le ayudo, tía. Como en los viejos tiempos.

— Gracias, Allison. Siempre tan linda, veo que eso no cambia. Dame a tu pequeñita bella.

Es probable que mi madre hiciera reír a Aurora con su instinto maternal de siempre, pero no llegué a comprobarlo pues apenas habló Allison me dirigí directamente a la cocina.

Escuché unos cuantos pasos llegar a mí y doblar hacia donde se encontraban los platos.

— Creo que estos son más importantes que los vasos, idiota.

No respondí, solo observé por unos momentos el estante que tenía enfrente.

— ¿No te parece?

— No... lo sé.

— Creo que deberías relajarte un poco más con esto.

Escuché el sonido de los platos chocar suavemente.

— Nunca me dijiste que volverías por un tiempo.

— Sobre eso... Muchas cosas pasaron tan rápido y en tan pocos días.

— Esto es algo incómodo.

— ¿El verme?

— Bueno... sí.

Estiré los brazos hasta tomar algunos vasos.

— Y fui primero por estos ya que sabía que tú no podrías alcanzarlos, idiota.

Hubo un corto silencio. Me di la vuelta y logré ver una naciente sonrisa que formaba una expresión calmada aunque no tan sincera.

— No creí que me llamarías así de nuevo, menos el que lo hicieras tan pronto.

— Tú lo hiciste.

— Pero no esperaba que tú lo hicieras.

— Pues fue así.... ¡A-Auch! ¿Por qué fue eso?

— Por decirme enana, je.

— No fue motivo para ese golpe.

— Ja...

Ese silencio incómodo volvió por unos segundos más mientras cada quien tomaba lo necesario para la mesa: platos, vasos, cubiertos, entre otras cosas.

— Lamento no haberte avisado que llegaba.

Levanté la mirada justamente a sus ojos y la mantuve por más tiempo esta vez. Mi sentido común me decía que simplemente dejara de verla pero no pude hacerle caso.

— No te preocupes, ya está hecho. Si necesitabas venir es por algo, ¿no? Además me dio gusto conocer a tu hija, Allison.

Intercambiamos cortas miradas que seguramente dicen más cosas que nosotros mismos en los pocos minutos estando en la cocina.

— En fin, llevemos todo a...

Iba a tomar los platos pero de repente ella, con ambas manos, desvió mi accionar.

— Lamento todo lo que pasó entre ambos. Aunque solo lo malo y espero podamos comenzar de nuevo.

No tuve palabras que podrían encajar bien para una respuesta, simplemente no sabía qué decir. Ella no esperó a que lo hiciera pues tomó los platos y los llevó a la mesa.

— Te tocan los vasos, idiota.

— E-Esta bien... 

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Lo sé, Lo sé. He estado un poco desaparecido, pero hay nuevo capítulo. 

ACSbooks.

De verdad, te amo...  (Segunda parte de "PRIMOS...")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora