[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
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Minhee se sentó de una manera un tanto extraña, como si estuviera evitando tocar con sus piernas desnudas el cuero del sofá más allá del borde de sus pantalones cortos, siendo observada atentamente por los tres amigos y Shibuki. No dijo nada, simplemente apareció en plena charla sobre la decisión respecto al Walkie-Talkie y comenzó a colocar cada objeto de la mesa con un desinfectante en mano.
— Nuestros visados expiran en unas horas — dijo Shibuki, refiriéndose a Chota y a ella.
— Superaremos el juego de hoy, y conseguiremos más días — tranquilizó Karube con voz suave—. Después buscaremos la Playa— hubo un silencio tenso, mientras sólo se escuchaba a Minhee limpiar la mesa con el spray desinfectante—. Iré a la Playa, pase lo que pase. Aún hay esperanza.
— ¿Soy la única que cree que esa Playa no es más que un grupo de salvajes y abusadores que adoran esos juegos? — preguntó, hablando rápido y terminando de limpiar y colocar todo a su gusto. La miraron con extrañeza, provocando que se encogiera de hombros—. ¿Nunca habéis visto películas de supervivencia? Siempre hay un grupo de locos que molesta a los protagonistas al tratar de matarlos.
— Tal vez veas demasiado la televisión, Ahn.
Minhee dejó con fuerza el bote en la mesa.
— Y esa televisión me dijo que era una trampa pero nadie me escuchó — sonrió falsamente—. Tal vez escuchéis demasiado poco a las personas.
EPISODESEVEN FIGHTING!
La noche había caído, finalmente. Después de pasar el día perdida por el mall recogiendo cosas y metiendolas en su mochila, sentía que su decisión estaba tomada al cien por cien y no les contaría a ninguno respecto a lo propuesto por Chishiya. Si él se lo había dicho solo a ella era por algo, o si no se lo habría dicho también a Arisu con alguna tarjetita mona que dijera "¡Trae a todos tus amigos!".
Muchas veces había hecho eso; ocultar información. Ocultó lo de la beca a su madre, ocultó algunos datos relevantes a su psiquiatra por miedo a que la medicaran o sacaran de la universidad, y ahora ocultaba un grupo de supervivientes plenamente capacitado a ese pequeño grupo de amigos. Y a Shibuki.
Llevaba un reloj que funcionaba (lo comprobó, ya que la mayoría habían muerto) en su muñeca, atenta cada cierto rato, y calculó según las luces de la lejanía cuánto podría tardar en ir al edificio de departamentos de la noche anterior desde el juego más cercano. Tal vez morirían en el juego y no tendría que sentir que debía habérselo dicho, o tal vez solo uno sobrevivirá y le llevaría con ella (si era Shibuki, por ella que se perdiera por Tokyo).
De esa situación, sólo tenía una cosa clara: no jugaría con ellos. Tenía seis días en su visado, una mochila con libros que leer y una futura ducha y cama con sábanas limpias esperando por ella. Debía ser estúpida para arriesgarse por tres desconocidos y medio, y más tras saber que las cartas parecían aumentar su número y los palos eran realmente un problema. Picas era una basura, tréboles la muerte para ella al ser incapaz de colaborar con gente y, gracias al cielo, no había probado los corazones. Los diamantes eran su menor preocupación a pesar de no haberlos jugado aún, pero definitivamente se sentiría confiada si su próximo juego era de ese palo.