[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
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Si debía ser completamente sincero, Minhee en ocasiones le daba cierta desconfianza. Confiaba en ella, sí, y estaba completamente a sus pies también; pero eso no impedía que su cabeza maquinara diferentes ideas cuando ella desaparecía y volvía con esa pequeña sonrisita que tanto asustaba a Kuina.
Chishiya no tenía ni la más remota idea de qué estaba haciendo Minhee por su cuenta, pero sus sospechas iban directamente a esa idea superficial que le contó el día que robó la fotografía de la billetera del paramilitar. Desde que se fue de la sala de cámaras hacía dos días, sentía que algo había cambiado dentro de la Playa. Un grupo de mujeres parecían haberse unido (para aumentar sus sospechas, eran las que habían sido de alguna manera afectadas por Niragi), el militar estaba cada vez más irascible y los paramilitares estaban alejándose cada vez más del Sombrerero. Si Minhee estaba detrás de todo eso (lo más probable), se declaraba completamente su admirador.
Cada vez que descubría algo nuevo suyo (como por ejemplo, que odiaba el número 4 sin ninguna clase de motivo racional), un nuevo pasadizo se abría. Era una caja de misterios, y nunca sabía que pasaba por su cabeza realmente. Minhee adoraba los juegos como el ajedrez, memorizaba y procesaba información a una velocidad impresionante y además tenía unos ideales firmemente establecidos. Confesó que a pesar de odiar la atención, se sentía de alguna manera satisfecha cuando elogiaban sus logros, y eso Kuina decidió tomárselo a pecho cuando a la mínima cosa que la de ojos claros hiciera, ya tenía un aplauso suyo.
También le gustaba él, o eso quería creer. Le gustaba tomar su mano siempre y cuando hubiera visto con sus propios ojos como se limpiaba con gel, y le miraba bastante mal cuando no tenía el pelo bien peinado.
- Deja de mirarme - también estaba eso. No mirarla por demasiado rato, o acababa reclamando con las orejas tan rojas como esa fea camiseta con cerezas que tenía en el armario-. No te rías y deja de mirarme ya.
-Es que tu camisa es demasiado horrible - por supuesto, jamás meterse con su extravagante estilo de vestir.
-Tú sí que eres horrible - murmuró, dejando a un lado con rabia su libro. Había empezado a leerle apenas el día anterior, pero ya le estaba terminando-. Hoy estás especialmente imbécil, ¿acaso quieres beber lejía?
También insultaba mucho. Hablaba tres idiomas fluidamente, aunque sentía que conocía incluso más insultos en japonés que él, y eso que ella no era la nativa de los dos. Su acento era demasiado marcado a pesar de conjugar bien los verbos, pero para Chishiya eso solo era tierno.
- ¿Tan rápido quieres verme muerto? - sin apartar la mirada de su rostro algo enfadado aún cuando ya le había dicho dos veces que dejara de mirarla-. En dos días se acaba nuestro visado - recordó. Minhee se tensó ligeramente. Aún cuando era capaz de superar con buena fluidez los juegos, seguía viendo el temor que le daba adentrarse en ellos-. Y hoy es la Junta.
- ¿A qué hora?- se levantó de la cama de golpe, paseándose por la habitación. Al principio solo miraba a los lados sin hacer nada, pero comenzó de nuevo a mover cosas y a colocarlas.