[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La caja con brillantes telas de bandanas rojas intimidaba demasiado al grupo frente a ella. Muchas temblaban, otras estaban más decididas y el resto dudaban. Frente a la caja, la única que no tenía ningún clase de parecido con ellas sonreía con amabilidad en su dirección.
— N-No creo que sea buena idea... — musitó una, con el mismo flequillo recto que el resto.
Todas tenían el mismo corte de pelo, el mismo color y el mismo estilo de ropa. Además, tenían zapatos altos para parecer más altas y un maquillaje que afilaba un poco su mirada. Parecían réplicas, todas tan similares como diferentes entre sí que daba cierto miedo. La única que se mantenía sin un corte de pelo recto era Minhee, colocada frente a la caja con una expresión de falsa compasión hacia ellas.
— Eiko — llamó, con un tono cálido—. Entiendo que tengas miedo, pero todo saldrá bien, ¿sí?
— ¡N-Niragi ya ha m-matado a Tomoka! — tembló, negando. Miku la abrazó por los hombros.
— Tomoka no siguió el plan —recordó Minhee, acercándose a ella. A pesar del asco que le generaba, tomó su mano temblorosa—. Por favor, no quiero que Niragi vuelva a hacernos daño. A ninguna de nosotras.
— ¿Y actuando así se logrará, Ahn? — dudó, mirándola a los ojos. Buscando un signo de duda o mentira que jamás lograría encontrar de su parte.
— Confiad en mí, ¿acaso queréis que algo así vuelva a pasarle a alguien? — miró a todas. Algunas estaban llorando, aunque aceptaban el plan tomando cada una sin dudar demasiado una de las bandanas rojas que la coreana había conseguido—. Estoy tan asustada como vosotras, pero es tan frustrante ver cómo os hace daño... — Miku acarició su hombro con pena—. Por favor... Sé lo que hago.
— Muchas gracias por todo lo que haces por nosotras, Ahn — dijo Miku, la pequeña cabecita de todas esas mujeres pelinegras—. Confiamos en ti.
Minhee sonrió hacia las chicas, viendo como todas acataban su orden colocándose una bandana en su pelo. Todo estaba yendo acorde a sus planes, y ni si quiera una variable tan inestable como el comportamiento de Niragi o las chicas estaba saliendo de sus cálculos.
EPISODETWENTY-SIX ARISU AND THE CLIMBER
— ¿Te gusta ese libro? — preguntó Chishiya, sentado en su cama como cada día observando cómo leía libros o estudiaba de manera independiente. A veces se olvidaba de que estaba ahí por el poco ruido que hacía.
— Es entretenido — se encogió de hombros. En su cabeza lo único que ocupaba sus pensamientos era su éxito personal.
Que Chishiya le propusiera unirse a su meditado plan sobre el robo de cartas fue tan sólo el inicio de algo mayor. El inicio de su propia meta personal en la que sólo ella ganaba. Chishiya Shuntaro fue la llave para incluirla en el ejecutivo, además de que su extraña fascinación hacía ella era una herramienta extremadamente eficaz para conseguir lo que necesitara y más.