[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hideki soltó una fuerte maldición al aire en cuanto los focos iluminaron a la persona misteriosa del arma. De golpe de puso tan pálido como un vampiro, y frenó de golpe.
Por inercia, salió disparada hacia delante al no haber querido ponerse el cinturón, pero se sostuvo a tiempo y con el corazón a mil.
— Está ahí, está ahí, ay, ay ay, ay...
La persona se acercó, rodeando el coche a paso lento. Había tanta luz que no podía ver bien, pero se veía claro que era alguien con pelo largo y que portaba una de esas armas automáticas. Hideki la contagió por completo los nervios, y se cambió de sitio rápidamente para evitar estar justo tras él.
Hideki tragó saliva, apagando el motor con las manos temblando dramáticamente. En cuanto las luces se apagaron, pudo ver que la persona que estaba causando tal terror en Hideki era una muchacha veinteañera, de pelo largo y oscuro y que vestía con un extraño chaleco y bikini.
— S-Saiko, b-buenas noches — saludó, abriendo la puerta. Chishiya bajó también, y les siguió cuando el rubio la abrió la puerta de igual manera.
— Niragi estaba buscando sus CDs de Michael Jackson — fue lo primero que dijo, con voz autoritaria. No sabía quien era ese Niragi, pero los tenía a todos comiendo de su mano—. Eres idiota, Hide.
— ¿Le has contado que he sido yo? — correteó tras ella como un patito, balbuceando agradecimientos y alabando a la mujer cuando esta negó ante la pregunta.
Y ellos quedaron ahí, observando el panorama.
— ¿Son pareja?
— Ni idea.
EPISODEEIGHT HATTER
Los pasillos estaban iluminados por pequeñas lamparitas, y aunque nunca había estado en uno, supo de inmediato que era un hotel o un resort. Las dimensiones y la cantidad de habitaciones por las que pasaron tan solo eran obviedades. No estaba segura de hacia dónde la estaba llevando Chishiya, pero estaba confiando ciegamente en él y en que no era un caníbal que la lavaba como plato principal del desayuno de mañana.
— ¿Dónde vamos?
— Con el Sombrerero — dijo, caminando aún de frente a un paso medio rápido y con las manos en los bolsillos. Analizó su manera de andar, y se alegró que llevara diferente camiseta a la de la última vez. Al menos él se bañaba, punto a su favor—. Es el protocolo para que te puedas quedar.
Se mofó:— ¿Y después debo pasar con la Reina Roja o con Alicia?
Chishiya soltó una risita nasal, negando.
— Si piensas que es absurdo y acabas de llegar — se detuvo frente a una puerta doble–, espera a ver más.
Empujó una de ellas, abriendola al instante y revelando a un grupo de personas reunidas. Había al menos siete personas sentadas alrededor de una larga mesa, y todas se giraron a la vez para mirarlos cuando entraron de esa manera. Se preguntó si debían haber tocado, o si interrumpían algo extremadamente serio. Estaba algo perdida, y realmente se arrepentiría de haber ido si ahora la decían que cada uno hacía un cosplay de Alicia en el País de las Maravillas.