[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
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— ¿Uh? ¿Ese no era la Jota?
Para la quinta ronda, a Minhee le quedó claro que el verdadero juego había comenzado. Calculando mentalmente, para el amanecer todos los del grupo habrían muerto, lo que dejaría a Chishiya solo, y dos parejas de supervivientes. Ella esperaría pacientemente, al igual que Banda. Tenían comida, y si querían dormir sabía que sería despertada. El único problema era el dolor de su herida.
— Los asesinatos comienzan al fin — musitó Banda. Enji de nuevo estaba en el baño, aunque a ninguno de los dos les importaba qué hacía realmente—. ¿Quién crees que será el siguiente?
Minhee se cruzó de brazos, sentada a su lado tras limpiar el suelo y colocar un cartón de las cajas de comida.
— Yo digo que será... —recorrió a todos con la mirada. La pesada de vestido mono, Urumi, fijó su atención por unos segundos en la chica de amarillo—. Esa. La nerviosa de pelo largo.
— No creo, yo digo que el hombre de camisa —señaló Banda. Enji llegó con unas galletas diferentes, y de reojo Ahn contempló a Kotoko irse con Yaba—. Si yo gano, me dejarás ver tu herida.
Minhee hizo una mueca de asco, poniéndose en pie. Banda soltó una risita ante su gesto, pero también se levantó del suelo. Dejó el cartón ahí colocado, asignando su sitio para la siguiente ronda.
— Y si yo gano dejas de decir esas cosas raras — sintió un escalofrío. Chishiya alzó las cejas al verla pasar, pero le ignoró por completo—. Quiero probar a cortar parte de la planta, ¿tienes algún cuchillo? — no fue una sorpresa cuando, efectivamente, Sunato sacó una afilada cuchilla de su bolsillo—. Lavala, no pienso tocar eso.
— No estoy sucio — reclamó, abriendo la puerta de la sala aislada para ellos tres. Enji masticaba de manera ansiosa sus galletas código, llenando todo de migas.
—Enji, una sola miga y no entras aquí de nuevo —amenazó. Él dejó su acción nerviosa de golpe—. Trae, no sabes limpiarlo bien — chistó, tomando la cuchilla y llenandola de desinfectante. Después tomó un trapo, y la secó correctamente. Impecable.
Con un pulso algo tembloroso por su malestar físico, cortó parte del tallo de la planta. Lo dejó a un lado por si crecía esa parte, y anotó la nueva medida y el tiempo exacto de corte. Al estar en coreano, ni la mirada curiosa de Enji sobre su cuaderno era capaz de descifrar lo que había escrito en la página contigua a su estudio.
— Tienes una pica —pronunció repentinamente Banda, mirando a Matsushita—. Y tú, Minhee, un... trébol.
Acompañó eso con una pequeña sonrisita camuflada, y el movimiento de los paquetes de comida que Minhee había ido acumulando. En la sala de visitas, había ya acumulados seis paquetes de ositos blanditos, cinco botellas de agua, cuatro paquetes de galletas de sabores, tres latas de melocotones y unos panecillos con queso.