[ 𝙋𝙃𝙊𝘽𝙄𝘼 ] 𝘵𝘦𝘮𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘦 𝘪𝘳𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭, 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘳á𝘤𝘵𝘦𝘳 𝘦𝘯𝘧𝘦𝘳𝘮𝘪𝘻𝘰, 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢, 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘴𝘢 𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘪𝘵𝘶𝘢𝘤𝘪ó𝘯.
Tokyo se vació en menos de un minuto tras el apag...
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Cuando el sol salió por el horizonte tras los altos edificios grises, Minhee aún seguía durmiendo. Él apenas había podido pegar ojo, inundado por la oleada de sentimientos negativos tras aquella discusión con la chica.
Minhee era un libro cerrado con candado, y aunque quisiera poder leerle, ella cada vez aseguraba nuevas cerraduras al conocer sus intenciones. Creía conocerla, pero ahora no estaba seguro de si la mujer que dormía tranquilamente por los medicamentos era la misma que aseguró sentirse bien junto a él, o aquella manipuladora asesina que quemó vivo a Niragi. Le encerró en el juego más peligroso para usarle como un perrito adiestrado, y dejó morir a decenas de personas por su propio interés. Ahora, él mismo había salvado su vida y cuidaba su sueño aún si no estaba seguro de si era otro plan y estaba siendo usado vilmente.
Ahn Minhee tenía su corazón, y ni si quiera sabía si él tenía algo suyo.
Sus ojos brillaban cuando jugaba complicados acertijos de lógica como el ajedrez, su voz se mostraba emocionada ante la oportunidad de charlar sobre su carrera y no se despegaba de las feas camisas coloridas. Podía estar seguro de esos datos, pero no de si en algún momento esa cercanía que desarrollaron a lo largo de los días era algo más que su plan para usarle sabiendo de sus sentimientos.
EPISODE TWO THE EVIL AND HER PUPPET
— ¿Qué hora es? — su tono rasposo le sacó de sus pensamientos.
— Pasado el mediodía — se apartó ligeramente, dejando a la coreana ver a través del enorme ventanal—. Llevan horas ahí, sin hacer nada.
— Nos dejan entrar en los juegos que queramos — se incorporó con cuidado, aún pálida como una hoja de papel y con las mejillas rojas por la febrícula—. ¿Cuál es el más cercano?
— El K♠️, está en ese edificio a un par de calles — señaló. Creía haber visto como ese dirigible se movía, pero tal vez fuera su imaginación o la suave brisa—. El más lejano... Desde aquí parece el K♣️.
Minhee comenzó a moverse despacio, cuidando sus puntos y pestañeando despacio por el mareo. Quiso ayudarla, pero rechazó su mano para ir a su ritmo. No despegaba la mirada de la ventana, y cuando al fin se puso en pie tuvo que sostenerse del suero. Avanzó un par de pasos, hasta lograr apoyarse en el marco de la ventana. Quería analizar con sus propios ojos el panorama de dirigibles.
— Por el reflejo de los cristales puedo ver más juegos — murmuró—. Me interesa el J♦️, está cruzando el K♦️ y... Mira, al lado está el J♣️. No puedo ver más.
— ¿Quieres empezar a jugar ya, Minhee? — preguntó incrédulo—. Mírate, estás a punto de caerte.
Sin embargo, le estaba ignorando por completo. Toda su atención estaba focalizada en el edificio alto, entrecerrando los ojos ligeramente con las cejas fruncidas. Su voz debía ser como la de una mosca molesta alrededor de su oído, y aquello le ofendió.