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—Es un gusto tenerlo de vuelta ,joven— dijo Eladio mientras se detenía a mi lado .

—Sabes que puedes llamarme solo Matthew, no es necesario el joven— dije mientras puse las manos a mi espalda mientras terminaba de verme en el espejo. 

Primera regla: siempre verse como un jodido Dios.

—Sé que puedo Matthew, pero me gusta como suena el joven, resalta su elegancia y poder— volteé a mirarlo y asentí.

—Si es así, podrías decirmelo solo cuando haya gente, eres mi amigo. Tienes permitido llamarme por mi nombre. También serás algún día mi hombre de confianza— sonreí con suficiencia y enderece el estúpido moño que mamá ensisito en ponerme.

Suspiré y di la vuelta cuando quedé satisfecho con mi traje azul oscuro. Igual al de papá y Clar, mamá traerá un vestido azul oscuro igual pero con detalles dorados, cuando la vi supe que era la mujer más hermosa de la tierra.

Salí de la habitación junto a Eladio quien vino a decirme que ya era hora y bajó las escaleras viendo todo a mi alrededor con suficiencia. Nunca comprendí en como me convertí en alguien tan sostificado y exigente como el abuelo y papá. 

—Matthew— saludo Maelis quien venía con los demás y sonreí acercándome a ellos estrechando su mano y rozando su mejilla al momento de saludarlos.

—Están muy hermosas — hice que se contratará otro personal para que ellos pudieran estar presentes aquí conmigo fue una exigencia de mi parte. Papá no puso peros y mamá menos. Todas venían vestidas con vestidos dorados combinando con la decoración. Eso era exigencia de mamá.

—Usted no se queda atrás joven— sonreí y les invito a caminar a la mesa donde se sentirían los Allamand.

Las personas empezaron a llegar media hora más tarde y estaba obligado a saludar a cada uno de ellos.

Segunda regla: Ser educado aunque las personas me caigan de lo peor.

Les dedique la mejor sonrisa y les indique su número junto a Clar, hasta el último invitado y justo cuando iban a cerrar la puerta vi una figura pequeña y delgada envuelta en un vestido dorado correr hasta a mí junto a otro con otro chico más alto que ella envuelto en un traje correr junto a ella. Sonreí de oreja a oreja y corrí hasta ella para abrazarla.

—¡Idiota vas a arruinar mi vestido!— me dijo cuando la dejé en el suelo.

—¿Acaso no te alegras de verme?— le dije indignado.

—Claro que sí, pero tengo prioridades y esta noche es verme hermosa.

—Siempre has tenido esa prioridad piojosa — sonreí ante el comentario de Ignacio y enganche su brazo con el mio para entrar dentro.

La velada fue realmente aburrida y lo único divertido eran sus comentarios sobre los vestidos de las mujeres. Que por ser se tela costosa creían que eran hermosos, Mía soltaba lo ridículo que eran hasta con cada mirada que les daba. 

Hasta que llegó el momento de levantarme y caminar junto a papá al centro de la sala ganandonos la atención de todos.

Tercera regla: si no sonríes podrás darte el privilegio de vivir en sus mentes. 

Papá empezó a dar un discurso de presentación y diciendo unas mentiras que todos creyeron sobre mi existencia. 

—Cuando nació, no teníamos esperanzas pero mírenlo ahora aquí. Siendo todo un Allamand. También para festejar el embarazo de mi esposa, la familia cada vez se hace más grande. — dijo papá y asentí cuando todos empezaron a aplaudir y acercarse a felicitarles.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora