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Podría decir que dormí todo el día hasta que una luz molesta pegó en mi rostro junto con la voz de Sandra a mi lado mientras acariciaba mi cabello.

—Hay un bebé a bordo que quiere conocer a su tía, quiere ser amado por su tía; hay tres pequeñuelos corriendo por la casa de mamá ansiando venir a ver a su tía favorita. Una pequeña artista que quiere dibujarte el mundo y eso solo se podrá si nos ayudas liz— la voz de Sandra se corta y se que ella sabe que estoy escuchándola— no nos hagas esto hermana, déjate que te ayudemos. Todos aquí compartimos tu dolor, eres nuestra pequeña liz y todo lo que te pase nos afecta a nosotros porque somos tu familia y nunca te vas a dejar sola. Solo... por favor abre tus ojos, habla conmigo por favor. 

De repente se calló, pero escuchaba sus sollozos silenciosos tratando de disimular que no estaba llorando. No me sentía capaz de mirarla.

—Liza, soy tu hermana, puedes contar conmigo para lo que sea y aunque sea fastidiosa no te voy a juzgar nunca. Te voy a apoyar y mirar por tu bienestar— toma mi mano entre las suyas — Liza pequeño saco de huesos es hora de despertar y dejar que tu familia te de amor.

No puedo evitar soltar un sollozo ante la palabra familia. Yo le falle a mi familia ¿cómo podría mirarla?

Solo sé que en pocos segundos Sandra me abraza lo más que su enorme panza se lo permite. Es un abrazo que dura un corto plazo, pero se sintió tan reconfortante que no pude evitar que las lágrimas salgan seguidas.

—Perdon— es lo primero que digo— perdón por dejar a Damián, pero por irme como una cobarde y dejarlos solos. Perdón, perdón, perdón— no podía dejar de decir perdón. Sandra simplemente tomó mi cara en su manos y me miró a los ojos.

—No hay nada que perdonar pequeña, nada de esto fue tu culpa. Nadie tiene la culpa, simplemente Dios necesitaba un angelito en el cielo que lo ayudará a guiar a los humanos con amor y risas. Y quién mejor para ese trabajo que él.

Niego repetidas veces sentándome en la cama para ver mis manos.

—Yo lo dejé so...— Sandra me calló.

—Liza tu solo querías lo mejor para él, me esforzarte en conseguir dinero para poder completar su operación. Todos hicimos lo que estuvo en nuestras manos y más, pero era simplemente su momento y aunque ya no esté físicamente con nosotros— pone un dedo en mi pecho justo en el lado donde mi corazón late desenfrenado— está aquí por siempre y para siempre ¿Vale?— asiento sin poder dejar de llorar.

La escucho suspirar y luego levantarse. 

—Mamá ha dicho que nos has probado comida en estos días y lamento llegar tan tarde para ayudarte a comer.

—No puedo hacerlo.

—Mirat...— se corta— hagamos algo, vas a comer dos cucharadas por cada persona que ames. Esto es una muestra de amor— murmura trayendo un plato de comida en su manos para tratar de dármelo. Niego.

—Puedo comer sola— no voy a negar que sentía asco de la comida por más deliciosa que se viera. Sentía que no merecía nada bueno y comer estaba en ellos.

Tome la primera cuchara de comida en mis manos temblorosas tratando de acercarla a mi boca. Yo puedo, yo puedo comer. Di un suspiro cuando al fin la tuve en mi boca y Sandra aplaudió cuando empecé a masticar. Poco menos de una hora Sandra se marchó dejándome sola.

...

No puedo decir que tengo el control total de mis piernas o que soy capaz de mantenerme mucho tiempo en pie. Ahora mismo estaba tratando de llegar a la ventana sin ningún aparato o ayuda. Me costó demasiado pero cuando estuve ahí recordé la vez que prometí a Damian que cuando tuviera mi carrera como arquitecto le construiría la casa más hermosa de todas.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora