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Al llegar a casa ya era un poco más del medio día. No podía negar que llegue con una sonrisa en la cara y caminando como si mágicamente me hubiera curado (aunque claramente no es así) 

Aún sentía mis piernas pesadas y dolor cuando pasaba mucho tiempo de pie, pero lo importante es que podía caminar.

Mamá estaba sentada en la sala junto a Sandra y la señora que se está quedando acá en casa. Muy entusiasta camine hacia mamá y bese su mejilla, haciendo lo mismo con Sandra y la señora.

—Muy buenas tardes— salude sentándome al lado de Sandra.

—Joder, Liza ¡Estas sonriendo!— dramatizo Sandra mientras usa sus manos de abanico.

—Estoy feliz— comentó— ¡he podido manejar una jodida motocicleta! ¿Puedes creerlo? Porque yo no, pensé que siempre iba a estar con mis piernas tiesas y sin movimiento— señala a estas haciendo un breve movimiento— pero no, mira, puedo moverlas e incluso conducir— me volví a levantar caminando de un lado a otro con lentitud, pero caminando.

—Me alegra mucho por ti hermosa Liz— dijo la señora de Cabello negro y me fue imposible no dedicarle una sonrisa de oreja a oreja.

—Muchas gracias señora...

—Laura— aclaró ella.

—Es un gusto conocerla señora Laura.

—Liz está flipando— dijo papá y mamá le dio una mirada dura. Ay, eso es malo y se que la he cagado porque recuerdo que mamá siempre ha sido muy protectora con todos, además de nunca haber estado de acuerdo con mi pasión por las motocicletas. Cuando estaba por hablar me callé al sentir un escalofrío en mi cuerpo al ver al rubio entrar junto a Clar a la sala. 

Iba vistiendo un suéter negro y su cabello estaba desordenado mientras escuchaba lo que le decía Clar. Sentí mi corazón detenerse por un momento cuando sus ojos dieron con los míos haciendo que apartara la mirada rápidamente.

Me senté al lado de Sandra que se acercó a molestarme.

—Te gusta el rubio— Eso fue más afirmación que pregunta.

—No— le chille por lo bajo. 

Obviamente no podría gustarme él, ni siquiera es mi tipo, además, apenas lo conozco y solo me cae bien. Es todo. No puede gustarte alguien de la noche a la mañana.

—Entonces te atrae— la mire y ella negó dándome una sonrisa. 

—Ninguna de las dos Sandra, simplemente nada. Solo me cae bien— me encojo de hombros y veo como un pequeño de ojos grises correr hacia nosotros mientras laurita lo sigue.

—Daeeee— Sandra lo recibe entre sus brazos— ¿Cómo estás hermoso? — Sandra besa sus mejillas.

—Papi, nos llevará a comer helado— el pequeño beso las mejillas de Sandra— mami no va, le dolía la cabeza— hace un puchero.

Veo a Sebastián entrar a la sala con una mochila en su espalda, tiene una cara de tristeza. Me quedo mirándolo cuando se acerca a nosotros y trata de sonreír.

—¿Está todo bien?— le preguntó cuando se sienta a mi lado. El me mira tomando al pequeño Dae en sus brazos.

—Liza, te presento a tu sobrino— su sonrisa vuelve— Damian ella es tu tía— ¿Damián? ¿Se llama Damián? No puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas cuando el pequeño me extiende sus brazos.

—Eres bonita,  tía— lo tomo en brazos y le doy una sonrisa tratando de contener mis lágrimas.

—Tu eres precioso, Dae— él besa mis mejillas y me siento en shock cuando veo sus ojitos. Me hace recordar tanto a él que lo abrazo a mi mientras una lágrima cae por mi mejillas. Sé que todos me están viendo y eso me hace sentir tonta y débil.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora