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—¿No piensas hablar?— miró al chico de ojos grises sentado delante de mí tomando su café en silencio.

—No sé qué decirte Liza— bufé.

—Cuéntame de ti— lo molesto.

El me miró inquietantemente, lo que hizo que alzará las cejas esperando su respuesta o sea lo que quiera decirme.

—Me llamo Ignacio...

—Lo sé— lo corto — Cuéntame algo más interesante ¿tienes novia?— está por hablar, pero lo corto— obviamente no tienes, no estarías aquí.

—No tengo novia Liza, pero...

—Estás enamorado y ella no te corresponde— me da una pequeña sonrisa.

—Duele menos que lo digas tu a que lo diga Matthew — murmura— digo, él siempre ha sido de esos tipos que te dicen la verdad y siempre tratan de hacerte ver las cosas con claridad— asiento.

—¿Puedo saber su nombre?— murmuró con la curiosidad carcomiendome por dentro.

—Ya la conoces— abrí mis ojos muy grandes cuando dijo el nombre— es... Es tefi— murmura con un sonrojo que va desde su cuello hasta cubrir todo su rostro.

—¿Tefi, mi tefi?— el asiente y suspiró— joder, tefi no es una mujer que se pueda enamorado muy fácil, pero no te ves mal chico y te ayudare— él negó dándole un sorbo a su café.

—Ella ya me dejó claro que no quiere nada conmigo — lo veo levantarse y sacar su billetera.

Aush, para que tefi le diga algo así debe ser malo.

—¿Ya había algo entre ustedes?— él asintió. Note que no quería hablar más, así que decidí callarme y dejar que pagará la cuenta para irnos de la pastelería que tenía por nombre "Bonita" . Era jodidamente hermosa y las personas que atienden son maravillosas.

Ignacio sacó mi silla de ruedas del lugar, luego me subió al coche y así es que nos fuimos de regreso a casa en total silenció.

...

Cuando abrí la puerta y un pequeño vino corriendo hacia mientras gritaba:

—¡Tita!— El pequeño de ojos grises y cabello castaño se subió a mi silla de ruedas muy rápido y me abrazó dando besos en mis mejillas— Te amu— Damian, el pequeño de Isabel y Sebastián, mi sobrino estaba abrazado a mi con emoción.

Cuando Ignacio me llevó a la sala vi a mamá hablando con Isabel, cuando me vieron se quedaron en silencio.

—Hola Liza— me saludo Isabel, la sentía tan lejos de mí— estás muy guapa hoy— le sonríe.

—Lo mismo para ti— me acerque a ellas— estas jodidamente guapa.

—¿Jodida?— repito Damián — ¡Jodida, Jodida!— empezó a repetir sin control.

—Cariño, ¿que te he dicho de repetir las malas palabras?— Isabel alzó una ceja.

—Perdón mami— el pequeño se bajó de mi regazo yendo donde su abuela.

—¿Dónde fueron?— preguntó mamá.

—Fuimos a tomar un café— aclaré.

—He preparado galletas— Papá salió de la cocina entusiasmado, con unas galletas que olían muy ricas.

—¡Galletas!

...

Movía mis manos a una velocidad increíble, acababa de llegar de mi terapia y estaba sola en mi habitación. Así que decidí hacerlo, no importaba cuantas veces me cayera, me voy a levantar y seguir porque yo puedo hacer esto.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora