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—¿Por qué me miras tanto?— el sonido de su voz me trae a la realidad. Doy un largo suspiro dejando caer los brazos a mis costados mientras miro como la terapeuta mueve sus manos sobre su piel en diferentes movimientos.

Han pasado dos días, dos jodidos días en los que en gran parte me he dedicado a pensar si es conveniente traer o no a David, digo, no es que quiera evitar el contacto de Liza con personas de su pasado y que pueden ayudarle a recordar. Pero me pone mal el solo hecho de pensar en que ella lo cree su novio y puede dejar que él la toque o la bese. Me vuelve loco.

Por otra parte, ella no ha dejado de preguntar cuándo vendrá, ahora puede decir más palabras con facilidad y aunque a veces se le dificulta siempre puede hacerlo mejor. 

Tefi ha estado estos días dando vueltas a cada nada por aquí, me irrita su voz, pero no puedo hacer nada cuando Eliza se pone feliz de verla aquí y habla con ella de cosas que poco a poco van llegando a su mente. Por el momento es a la única que recuerda, claro, y al imbécil de David.

Tenso la mandíbula contra mi voluntad, de solo pensarlo cerca de ella...Mejor ni lo digo. Me acerco a pasos lentos poniéndome a su lado mientras miro que abre sus ojos muy grandes y una sonrisa se expande en su rostro mientras dice que si sintió el movimiento. 

Sus palabras salen con agilidad, pero su cuerpo está congelado y no es fácil descongelarlo por más terapias que se hagan. Estoy tratando de ser el hombre más lleno de fe en este jodido mundo. 

Me quedo en silencio esperando que termine la mujer que expande crema por su cuerpo le dice que lo está haciendo muy antes de levantarse para marcharse.

—No me has re-respon-pondido— murmura ella mientras aleja el cabello de su cara. Me acerco un poco dudoso de que rechace mi cercanía, no lo hace por lo hago el intento de hacer su larga cabellera castaña una trenza.

—Eres muy hermosa— ella pone una mueca, pero sonríe.

—Lo sé— suelto una carcajada. Supongo que esta es la Liza que nadie conoce, la Liza que piensa que aún tiene quince años— Soy ju-di-didamente.

—Jodidamente— la corrijo y asiente.

—Jo-jodidamente hermosa— parece que se cansa, sirvo un vaso de agua y se lo doy para que lo tome.

—Eres una chica jodidamente hermosa– murmuró haciéndola reír.

—No recu-cuer-do— lleva el vaso con agua a su boca.

—¿Qué no recuerdas?

–A mis padres— parece apenada, me siento a su lado tomando su mano.

—No te desesperes, solo debes esperar, tener paciencia y las cosas buenas vendrán cuando menos lo esperes— pareciera que estuviera diciéndolo más para mi mismo que para ella que asiente.

—¿Cuándo vendrá?— me tenso.

Calma, Matthew. Calma, ella no recuerda, ella está confundida.

Ella es tu bonita.

Pero ahora mismo no lo es.

Paciencia.

Estoy aprendiendo a tenerla, estoy aprendiendo a hacer todo eso que nunca me interesó, solo por ella. Solo necesito que vuelva a hacer mi Liza. Mi Bonita, y supongo que debo tomar muchos jodidos riesgos para su bienestar.

—Esta tarde viajaré— murmuró dando un beso en su mano— Volveré en dos días...

—No— el hecho de que dos lágrimas se resbalen por su mejilla me desconcierta y me hace sentir mal— no, no quiero estar sola, no te v-vayas.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora