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—Oh cariño, ven siéntate— hice lo que la señora me pidió y me senté a su lado mientras Clar se sentó al lado del señor Allamand— ¿Te gusta el sushi?

—¿Que... qué es eso, Señora?

—Comida, solo dale de comer y ya— habló el señor mientras empezaban a servir la comida a todos— Matthew, mañana comenzarás clases, Clar estará contigo enseñándote... — el mencionado asintió y yo igual— después vamos a presentarte como hijo de Laura y mío...

—Mi...

—Luego iras a un internado donde aprenderás a leer, aprenderás de números y saber cómo es ser un verdadero Allamand, no puedo presentarte ante la sociedad así. Sería rebajar mi apellido.

—¡Mario!— exclamó la señora mientras yo bajaba la cara y apretaba las manos en mi regazo.

—Señor yo quisiera volver con mi hermano— dije en un susurro.

—No— el resto de la cena transcurrió en un silencio incómodo. 

Aunque parecía que era solo yo, porque la señora y el niño parecían muy tranquilos ante la situación. Es como si fuera algo normal para ellos.

Luego subimos a la habitación de antes y ella me ofreció un cepillo de dientes, lo agarró y me indicó que junto a Clar fuéramos a lavarnos los dientes, y vestirnos para dormir porque mañana sería un largo día.

Así que lo hice. Me cambié con el pijama que me dejó en la cama y luego me acosté en el sofá que daba vista al jardín, él niño se acostó en su cama y se durmió muy rápido.

Me quedé viendo las lindas flores de colores que resaltan con la luz de la luna y me senté en la orilla de la ventana luego de abrirla y dejar que la suave brisa me pegara en la cara. Lo único que se oía era el ruido de los insectos.

Se sentía tan raro, tener tanta paz. No escuchar ruidos, golpes, gritos y el llanto de mamá. Se sentía raro no tener que salir a primera hora de la casa para esperar que todo pasara para poder volver, se sentía tan extraño no tener que cocinarle a mamá. Todo esto se sentía tan extraño.

Sollocé mientras atraía mis rodillas a mi pecho y sorbí mi nariz en silencio mientras pensaba en ¿qué estarán haciendo mis hermanos, habrán comido, tendrán dónde dormir? Mi pecho se apretaba cada vez que pensaba en ellos y no podía simplemente dormir porque era tan incómodo estar aquí con unos desconocidos que dicen ser mi familia.

—Hola luna— susurre— hoy ya puedo volver a hablar contigo, ¿me extrañabas?— pregunte; antes solía hablarle todas las noches— no vas dejarme solo ¿cierto? ¿Vas a cuidar de mis hermanos y vas a llevarme con ellos? ¿Vas a cuidarme y no dejar que me hagan daño, vas a cuidar de mamá?— sonreí y agache mi vista volviéndola a levantar al instante— mañana voy a ir a un colegio, estoy feliz pero muy triste...

—¿Por qué?— pegue un brinco volviendo dentro cuando vi al niño parado a mi lado estrujandose los ojos— ¿Por qué estás triste?— me miro.

—Cosas...

—Puedo ser tu amigo— extendió su mano y dude antes de agarrarla— Ven duerme conmigo, cabezota— sonrió y me ofreció un lado de su cama.

—¿En serio vas a ser mi amigo?

—Somos hermanos, vamos a pasar mucho tiempo junto y me caes bien— sonreí cubriéndome y él suspiró— Debes dormir o mañana no querrá levantarte— asentí y lo hice, lo hice luego de estar mucho tiempo dando vueltas tratando de hacer que los ruidos en mi cabeza se callaron y poder cerrar los ojos y dormir aunque no por mucho.

Apenas abrí los ojos y me levanté mirando por la ventana, apenas estaba aclarando y yo ya no tenía sueño. Fui al baño, lave mis dientes y luego me duche como el mi nuevo amigo me enseñó.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora