17

96 8 8
                                    

Cuando llegué a casa no había nadie que pudiera verme llegar con Matthew, pero en mi habitación estaba Tefi que comenzó a llenarme de preguntas y recalcarme lo guapo que estaba ese hombre.

Cuando alguien al final se fue y cayó la noche no tenía ganas de salir, así que me quedé en mi habitación viendo la pequeña biblioteca que tenía con libros infantiles. A mi pequeño le encantaban.

Di una pequeña sonrisa cuando ahí sentada en el suelo saqué el primero leyendo la portada "En busca de un mundo colorido", si el nombre es terriblemente cursi. 

"Siempre sabemos más de lo que creemos y no nos damos cuenta, tu, pequeño lector, tienes una gran imaginación y puedes ver más que cualquier adulto". Esa es la dedicatoria del libro. Sonreí viendo que al final tenía una firma de Damián.

Pase mis dedos sobre ella recordando justo el momento en el que me dio el libro para guardarlos

Estaba viendo algunos periódicos cuando mi puerta se abrió y por ella entró Damián corriendo con un libro en sus manos.

—¡Lizaaa! ¡Lo tengo!— yo lo mire confundida— ¡Nuestra próxima lectura!

Me extendió el libro muy colorido.

—Mira, yo firmare aquí y tu aquí— dijo el sacando un lápiz y haciendo lo dicho para luego yo hacerlo— comenzaremos el sábado. 

Dios, era todo un mandón mi pequeño travieso. Cuanto lo extraño y no creo que jamás de extrañarlo. Sonreí para mi misma abrazando el libro, los sollozos y las lágrimas no faltaron y ahí fue donde entendí que tenía que dejarlo ir, que él debía descansar y ser feliz con otro ángeles y yo no podía aferrarme a él como mi única razón de vida cuando había muchas cosas más por las que tenía que seguir. Como mis sueños.

Aparte el libro de mi y lo dejé a un lado sacando los demás. No podía dejar de llorar, pero sé perfectamente que teniendo cosas de él por todos lados siempre iba a recordarlo y terminar llorando sin control, sintiendo la culpa de su muerte sobre mi y no podré superar que jamás lo volvería a ver y mucho menos a abrazar. Lo peor es que siento que con cada día que pasa ya no recuerdo su voz, no recuerdo su risa.

Me levanté con esfuerzo sintiendo mis piernas gelatinas y odia eso. Puse los libros en una mesa y limpié mis lágrimas, empecé a buscar todo lo que hubiera de Dambien en mi habitación, empezando por algunas prendas, juguetes, unos zapatos. 

Me sentí realmente haciendo eso porque sentía que le estaba fallando. Pero debía hacerlo, Damian se había ido hace diez años y yo aún era incapaz de superarlo. Debía entender que siempre lo amaría, que no recordaría como alguien muy especial y a quien ame con mi alma, pero que yo también debía vivir y buscar lo mejor para mi.

Me derrumbé en el suelo cuando encontré el álbum de fotos donde estábamos estábamos juntos, incluso había una con David y esa fue la que más me dolió. David, lo odiaba tanto, pero al mismo tiempo sentía amarlo a pesar de todo.

Y yo no quería ni odiarlo ni mucho menos amarlo porque después de lo que me hizo no merecía ningún sentimiento de mi parte. Además va a ser padre, ¡va a ser padre joder! ¿Dónde quedaron nuestras promesas cuando eramos novios, nuestros sueños juntos? ¿Todo lo que me prometió? ¿Acaso eso no significa nada para él?

Al parecer no porque si hubiera significado algo para él no me hubiera engañado. Odio todo esto, me odio tanto por ser tan ingenua que solo quisiera volver a dormir y no despertar jamás. David era de lo peor, era un infiel y Beatriz más. Eran tal para cual.

Me quedo ahí en suelo viendo esa foto, deseando nunca haber conocido a David y me odio por creer todas las palabras y promesas que me decía. Dios, era tan ingenua, era solo una adolescente creyendo que podía llegar hasta su último día con su primer amor, pero eso no pasa en realidad.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora