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Por alguna extraña razón no me extrañó cuando tefi me dijo que todos estarían cenando en el patio trasero y no en el comedor. Simplemente caminamos a un lugar donde me detuve en la puerta al ver muchas personas sentadas alrededor de una mesa manteniendo una agradable conversación.

—Tefi— la nombrada de miró— Estoy asustada— ella sonrió.

—Está bien, pero no te acobardes, el susto es algo normal. No va a pasar nada, vamos— tefi tomo mi mano tratando de que pudiera andar un poco más rápido. 

Pude ver claramente como aquel hombre rubio que llevaba una copa de vino a sus labios la dejó a camino para observarnos fijamente. Cuando estuvimos más cerca todos se callaron y miraron a la dirección que miraba ese hombre poniéndome así más nerviosa y haciendo que empezará a sudar.

—Liza— fue lo primero que dijo mamá mientras se levantaba junto a papá.

—Buenas noches— murmuré sentándome en la silla que mamá me ofreció justo en medio de Sebastián y el rubio. Suspiré sintiéndome inquieta ante tantas personas, podría decir que habían unas ocho personas o ¿más? 

—Es un gusto poder tenerte aquí con nosotros Liz— murmuró Sebastián en mi oreja causándome cosquillas y que me sintiera un poco aliviada. Suspire y deje que mamá llenará mi plato de comida con un delicioso olor.

Me sentía tan nerviosa cuando volvieron a empezar a hablar.

—Llevo viviendo en este pueblo desde que estaba pollito, conozco a cada persona de acá y si me lanzara para alcalde ganaría— di una mirada a papá que sonreía orgullo de sí mismo, todos empezaron a decirle palabras ante comentario tan egocéntrico y luego terminaron en una amigable risa.

Se sentía un buen ambiente, pero eso no quitaba el que me sintieran tan tensa y sofocada por tantas personas. Estaba observando a todas las personas que había en la mesa.

Por un lado estaba Cloe contándole algo a Clar que reía; Sandra dejando que una rubia acaricie su enorme panza; mamá y papá hablando con una señora pelinegro que me parece haberla visto antes; tefi manteniendo una conversación con Sebastián y el rubio mientras yo solo observaba y mi respiración se volvía pesada.

La cena transcurrió de manera normal, todos buscaron algo que hacer, al final solo quedamos cuatro personas en el jardín: Tefi, Sebastián, el rubio y yo.

No me había dado cuenta que estaba apretando mis muslos hasta que sentí una mano encima de la mía dándome un suave apretón. Y aunque al principio me tense unas palabras en mi oído me hicieron relajar:

—Tranquila, nada va a pasar, yo te cuidare— no sé porque esas absurdas palabras me hicieron mirar al rubio de ojos hermosos mientras daba una sonrisa tonta que hizo que él también sonreirá haciendo que un hoyuelos se formará en su mejilla. Aparte la mirada viendo como Tefi simulaba no estar viéndonos y seguía hablando con Sebastián— Te queda muy bonito ese corte.

—Gracias— le susurró de regreso y él sonrió dándole un asentimiento de cabeza.

El siguió hablando con Sebastián y Tefi sobre viajes y luego se meterían al mundo del fútbol donde me dejaron totalmente perdida y aunque quisiera poder hablar con ellos de la misma manera, pero hay algo que me lo impide. Pero en ese momento me sentía nerviosa ante el hecho de que el rubio no hubiera quitado la mano de encima de la mía y sin embargo estuviera acariciándome con su dedo pulgar.

Me sentía extraña y feliz ante ese tacto.

—¿Tu qué opinas Liza?— preguntó mi hermano y me di la oportunidad de mirarlo fijamente en todo este tiempo.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora