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Voces inundan mi habitación, personas delante de mí. Todo es borroso y confuso. Mi cabeza duele y siento que va a estallar en cualquier momento.

Poco a poco voy comenzando a ver con más claridad.

—¿Mamá? — Es la primera persona que veo delante de mí llena de lágrimas, eso me pone triste. Trato de sentarme, pero mi cabeza duele mucho— no llores, no llores— mi voz tiembla— por favor mamá, lo siento Damián se va a recuperar— mamá me mira incrédula y luego al hombre de traje que está a su lado.

—Será mejor que salgan todos— dice este. Mamá lo duda, pero de las siete personas que estaban en la habitación solo quedan dos y ese hombre... Mi cabeza vuelve a doler trayendome a la realidad— Hola Liza, soy Augusto— dice ese hombre sentándose a mi lado..

—Ya sabes mi nombre— murmuró— me podrías ayudar a sentar, ni quiero estar acostada— murmuró apenada y el rubio que se había mantenido al margen se acerca haciendo que mi corazón brinque. Me ayuda a sentarme y se mantiene cerca.

—Dime, ¿sabes en qué año estamos?— asiento.

—Dos mis veinti...

—Estamos en el dos mil veinticuatro— asiento confundida— ¿Sabes que te paso?— niego— una noche una persona iba cruzando la calle y tu para salvarla te sacrificaste— vaya, ahora soy una heroína— ¿te das cuenta de lo valiente que eres?— no digo nada, pasan unos minutos en silencio y supongo que están esperando que diga algo.

—¿Esa persona está bien?— el médico mira al rubio que también lo mira— está bien y muy agradecido contigo.

—Vale— es lo único que digo.

—¿Qué tanto recuerdas de tu vida?— preguntó él y dudó en responder.

—Recuerdo toda mi niñez, recuerdo la muerte de Damian porque yo lo dejé solo— trago grueso— recuerdo otras cosas, recuerdo haberme ido de Catana un año después de su muerte y también recuerdo cuando llegué a Catana y otros recuerdo que son distorsionados— murmuró cerrando mis ojos.

—¿Y qué te parecen esos recuerdos?

—Nada mal, muchos son dolorosos, pero tengo algunos felices.

—¿Quieres comentarme alguno de esos recuerdos distorsionados?— lo interrumpo.

—¿Eres un psiquiatra cierto?— él solo me mira— lo eres o si no, ni estuvieras haciéndome tantas preguntas— suspiró, él se queda callado esperando a que continúe— ¿Me vas ayudar a recuperar mi vida y mi recuerdos?

—Haré lo que pueda— asiento. Miro al rubio que tiene una mirada perdida.

—¿Quién es?

—Es mi ayudante, él te ayuda a recuperar tus recuerdos junto a tu familia.

—Vale— él me da una pequeña sonrisa— tus ojos son hermosos— porque siento que aprieta los labios para no sonreír.

—Gracias—murmura y asiento.

Me quedo en silencio esperando a que se vayan. Quiero estar sola.

—Te dejaremos descansar— no digo nada, solo veo cómo se encamina a la puerta y el rubio se pone enfrente de mí pareciendo decir algo pero al final decide marcharse.

Cuando quedo completamente sola trato de no pensar, de evitar mis pensamientos, pero solo logro pensar y traer los malos momentos a mi vida y preguntarme ¿qué tanto me perdí de mi vida en estos cuatro años?

...

Tengo que decir que cuando la puerta se abre una sonrisa se asoma en mi rostro por primera vez en muchos días. Es el hecho de ver a mi mejor amiga entrando a mi habitación con una caja de bombones en su mano y una rosas luciendo tan hermosa y con una sonrisa de oreja a oreja.

Lo Siento, Francés #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora