Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]

📚Capítulo 23📚

Me encuentro sumida en una burbuja donde hasta siento que floto. Sus labios son tan suaves y encajan tan bien con los míos que no me quiero despegar por nada del mundo.

Su mano enroscada en mi cintura sin la mínima intención de apartarse, es la prueba de que él deseaba esto tanto como yo.

Pero me sorprende, porque si me hubiesen dicho hace algunos meses que yo desearía que Jardel me besara, me hubiera burlado en su cara; pero ahora, en todo lo que puedo pensar es en que debía hacer esto mucho antes.

Nos separamos por falta de aire y unimos nuestras frentes sin apartarnos del todo. Estoy consciente del lugar donde estamos, pero por primera vez en lo que llevo saliendo con él, no me importa lo que los demás piensen, más bien me interesa lo que él piense.

—Llevaba mucho tiempo esperando esto. —Su voz es como música para mis oídos.

Sonrío, eso lo sé, no he pasado por alto sus pequeñas insinuaciones.

—¿Te ha gustado? —Me separo un poco y lo miro a los ojos. Se puede apreciar destellos de fascinación en ellos.

—¿Estás bromeando? Me ha encantado, Lucy. —Niega con la cabeza mientras sonríe, todo esto sin quitar su mano de mi cintura y sin movernos del lugar donde nos encontramos—-. ¿Sabes que es lo que más me ha gustado? Ver la determinación en tus ojos de querer esto y quien sabe —-mueve sus cejas de arriba hacia abajo—, tal vez mucho más.

—No seas tonto. —Le doy un suave golpe en el antebrazo mientras me rio. Si él no decía algo como eso definitivamente no sería él.

—Disculpen. —-Ambos giramos nuestros rostros hacia la chica que se encuentra a nuestro lado—. ¿Podrían volver a su asiento si no piensan salir del local? Los clientes no encuentran por donde pasar debido a que ustedes están justo en el medio.

Esta vez sí nos apartamos y Jardel se rasca de manera extraña la nuca, mira hacia todos lados, en especial cierta mesa donde se encuentran nuestros amigos y entonces lo entiendo.

—¿Quieres volver con ellos o damos una vuelta? —propongo. Lo cierto es que me gustaría un rato a solas con él.

Sus ojos me escanean como si buscase algún indicio de broma, pero al no encontrarlo entrelaza sus manos con la mía y salimos de la cafetería.

—Estaba deseando que lo dijeras —susurra cuando al fin estamos a fuera.

Caminamos sin rumbo alguno, solo disfrutamos de la tarde y de la fría brisa que nos hace estremecer.

Me gusta eso, a pesar de que es raro que él se quede callado, también me gusta la parte donde solo nos disponemos a contemplar nuestro ambiente; sin nada de ruidos.

Sé que mi madre puede enterarse que estoy saliendo con él, pero justo ahora no me importa, bastante se ha esforzado él para tratar de agradarme aun sabiendo que estaba teniendo actitudes racistas en cuanto a él.

Él es más que un color rechazado por la sociedad, es aquella pieza que decidió descender al abismo para desatar a mi alma que se encontraba prisionera. Es la parte positiva de toda la negatividad que yace en mi interior.

—Me encanta esto, no estás gruñona, ni enojada ni frustrada. —Lo miro con una ceja arqueada, ¿me acaba de decir gruñona?—. Así eres más soportable.

—Siempre puedo cambiar mi humor, pesado. —Una ligera risa se escapa de sus labios y me da un leve empujón.

—Creo que mi pasatiempo favorito es molestarte.

—Y el mío ingeniar maneras de matarte.

—¿No te cansas de ser tan sádica? —inquiere y detiene nuestros pasos para mirarme a los ojos.