📚Capítulo 21📚

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—No me sueltes, Jar. ¡No me sueltes! ¡Te dije que le tengo miedo a las alturas! ¡Te voy a matar!

Sigo carcajeándome mientras ella intenta con todas sus fuerzas sostenerse de mí pero yo se lo evito. Si quiere vencer el miedo que empiece por esto, ¿no?

Observo su rostro y su mirada es tan mordaz que ahora sí dejo que me tome de la mano, no quiero que termine arrepintiéndose por haber venido.

Le sonrío como si yo no hubiese hecho nada y la atraigo hacia mí para terminar de quitarle todo el equipaje que nos han puesto.

Estamos en la cima de una montaña, es de esos lugares que luego te permiten saltar hacia el vacío, a mí me gustan los deportes extremos pero a Lucía no tanto.

Luego de nuestra salida en la playa, nuestra interacción aumentó, comenzamos a escribirnos y vernos más; todo a escondida porque ella no quiere que su madre se entere y respeto eso, bastante ha hecho con querer que nos veamos.

Hoy nos hemos pasado el día juntos, quise mostrarle algo más que las cuatro paredes de su trabajo, quiero que se divierta, disfrute todo lo que el mundo tiene por ofrecer y yo también...

Me he mantenido al margen con mis sentimientos aunque a veces ciertos comentarios se me escapan y ella prefiere ignorar ese hecho.

Ha sido un mes lleno de locuras, la he podido conocer más y ella a mí. He podido escuchar su más grande deseo y verla jugar como una niña que por fin la entregan su juguete favorito. Es increíble lo mucho que una persona puede llegar a ocultar cuando no le permiten ser.

—Tú sabes que no dejaré que te suceda nada malo. Debo regresarte sana y salva a casa —le digo, mientras ella comienza a quitarse toda la protección de su cuerpo con fuerza.

—¿Sana y salva? Definitivamente no volveré hacer esto.

—Oh sí. Por supuesto que lo harás.

Las personas que están encargadas de este lugar se ríen de nuestra pequeña discusión y Lucy me da esa mirada que indica que no diga una palabra más. Lo sé porque en este pequeño tiempo que llevamos interactuando me lo ha dejado saber.

—También puede saltar con su novio, señorita. Tenemos un equipo bastante fuerte para dos personas. —A pesar de que me ha gustado que el encargado diga eso, me ha puesto en una situación incómoda con cierta chica.

Ella me mira y sin decir nada toma asiento y espera que los chicos terminen de organizar todo para finalmente irnos.

Tengo planeado llevarla a otro sitio más tranquilo para que su corazón se encuentre en paz.

Llegamos a la base donde nos terminan de quitar todo el equipaje y parte del personal nos ayuda a volver a la ciudad.

(...)

Hemos durado media hora para llegar al área de combustible, justo donde dejé mi vehículo. Ingreso todas nuestras cosas adentro y le abro la puerta del copiloto para que ella se suba; aun no me ha dicho si le ha gustado el viaje, eso me tiene de los nervios, puesto que quería que fuera especial para ella.

Me subo al auto y nos ponemos en marcha. Conozco un lugar que sé que le encantara, además podremos tener un picnic y compartir un rato. Hemos estado todo el día fuera de casa y mañana es lunes, o sea, día frustrante de trabajo.

''Bienvenidos al parque de las luces'', es lo primero que leo cuando busco un sitio donde aparcar. Lo bueno de este lugar es que tienen espacios cubiertos en el día para cuidarnos del sol, y en la noche es quitado para que observemos las estrellas.

—Deja de comerte las uñas. Me ha gustado estar cerca de la muerte. —Giro mi cabeza cuando estaba a punto de bajarme del auto. No sabía que me estaba comiendo las uñas hasta que lo mencionó, que vergüenza.

—Creí que no te había gustado —confieso y me acomodo mejor para mirarla.

—Me gustó, es solo que yo no soy tan valiente como tú en ese tipo de juegos —murmura y como si fuera automático agacha la cabeza.

—Oye... —Llevo mi mano hasta su barbilla y la guío en mi dirección—. Prometí que te ayudaría a vencer el miedo en todos los aspectos, pero tampoco pienso presionarte.

—Eso parecía.

—Hay una gran diferencia entre lo que parece y lo que de verdad yo quería. —Regreso mi mano a su sitio mientras siento como mi cuerpo añora de nuevo su cercanía. Es difícil lidiar con esto a veces.

Lucy entrecierra sus ojos y me mira curiosa.

—¿Y qué es lo que de verdad querías?

—Que perdieras el control.

Pero antes de que una maldición salga de sus labios salgo a toda prisa del carro. Ella me imita y llega a paso rápido hacia donde estoy. Su mano aprieta mi brazo y clava sus uñas en mí.

—A veces sueles ser fastidioso —gruñe sin apartarse de mí.

—Y tú a veces sueles ser muy controladora.

—No es nada que no sepas.

—No es nada que no puedas mejorar.

Un ligero color rojo comienza a extenderse por su rostro, su mirada desafiante me indica que no quiere perder esta batalla pero es una lástima que ya la haya perdido.

Aparto mi mirada de ella y hago el atrevimiento de tomar su mano entre las mías y guiarnos hacia el hermoso césped que nos espera. Estaría mintiendo si dijera que mi corazón no ha saltado de felicidad cuando la he tocado, solo un roce me basta para sentirme en las nubes.

Trato de esconder la sonrisa que se quiere deslizar por mis labios al ver que ella no quita mi mano, más bien la acomoda para que quede mejor entrelazada. Nos sentamos sobre la hierba mientras una sombrilla de playa nos cubre del sol.

Al sentarnos ninguno aleja su mano, pero para mi sorpresa, Lucía se acerca más a mí y se recuesta de mi hombro, justo como aquel día en la playa.

—Me gusta estar cerca de ti aunque me saques canas verdes. —Me rio al escuchar que susurra esto último. Muy en mi interior ya sabía de este hecho.

—Sacarte canas verdes es mi pasión, querida. —Gira su rostro hacia mí y aquella sonrisa que tanto me gusta vuelve a aparecer.

Mi corazón palpita a tal nivel que creo que ella lo escucha, a veces pienso que a ella le gusta torturarme con todo esto. Estoy nervioso, que ella actúe de esa manera es algo que no sé cómo tomármelo.

Entonces hago lo que ella no se ha atrevido hacer; soltar su mano.

He llegado a mi límite...

—Quiero que vuelvas a... —La miro al ver que disminuye el tono de su voz y su rostro vuelve a tener aquel color sonrojado.

—¿Qué quieres? —inquiero y entrelazo mis manos bajo sus atentos ojos.

—Prefiero hacerlo en vez de decirlo. —Enarco una ceja porque no estoy entendiendo nada, sin embargo, sus movimientos comienzan a sorprenderme.

Con su mano separa las mías, eleva mi brazo y cuando está lo suficientemente cerca de mí, pasa mi brazo por sus hombros y con la otra que tengo libre la entrelaza con la suya.

Me quedo boquiabierto, ¿en serio ella está haciendo esto? Si antes mi corazón latía como loco ahora está peor. Me encuentro extasiado, es asombroso todas las cosas que ella me hace sentir, una sensación de tranquilidad arropa todo mi cuerpo y creo sentir las famosas mariposas en el estómago.

Al estar tan sumergido en mis pensamientos no me percato de su movimiento, se recuesta de mi hombro, pero no solo se queda ahí, sino que ahora esconde su rostro en mi cuello mientras puedo sentir su lenta respiración en él.

—Sé diferenciar los lugares donde me siento segura —susurra sin moverse de su lugar—, y créeme, este es uno de ellos.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora