📚Capítulo 5📚

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Si vas abrir tu boca para marcar a una persona, mejor déjala cerrada y no le arruines su vida.


Suspiro derrotada mientras veo el rostro de una persona triste en mi computadora; me ha estado saliendo bien la portada que me tocó realizar, sin embargo, ¿por qué me duele tanto ver ese rostro?

¿Por qué siento una punzada al ver lo que ella me transmite?

¿Será que me veo tan reflejada en ella que no puedo evitarlo?

Quisiera decir que me sorprendo, pero esto es lo normal para mí, la tristeza es parte de mí.

Las palabras de la noche anterior de mi madre aún están grabadas a fuego en mi cabeza, ¿por qué a pesar de ser una mujer adulta no consigo tener voz y decisiones propias?

Me siento como si estuviera en una jaula y que para sobrevivir debo hacer todo lo que me ordenan.

—¿Lucy? ¿Estás bien? —Levanto la vista y me encuentro con los ojos preocupados de Valery—. ¿Por qué estás llorando? ¿Sucedió algo?

Paso mis manos por mi rostro y efectivamente lo tengo un poco mojado, estaba tan ausente que ni cuenta me había dado de eso.

—No es nada. Solo lo normal, ya sabes. Mamá quiere presentarme a alguien, me sigue comparando con mis hermanos y sigue decidiendo en mi vida. —Le doy una sonrisa de boca cerrada y me dispongo a terminar mi trabajo.

—Por Dios, mujer. Pero la culpable eres tú, no la vieja de tu madre. Ya eres adulta, tienes trabajo y ganas bien. ¿Por qué no te mudas? —me cuestiona pero no me volteo a verla.

¿Cómo decirle que no puedo?

¿Cómo decirle que en pocas palabras soy una prisionera?

—Tú no lo entiendes, Lery. No es tan fácil como parece. —Me toma por los hombros y me gira tan rápido que hasta podría tener un leve dolor en el cuello.

—La que no lo entiende eres tú, ¿se te olvida que tienes veintisiete años? ¿A qué rayos le tienes miedo? Dime, ¿cuál es el tornillo que te falta para que entres en razón? —Me mueve la cabeza como si de verdad lo estuviera buscando.

La miro con desaprobación y aparto sus manos de mí.

—Es muy fácil decir eso cuando no estás en mi posición —murmuro y desvío mis ojos de ella.

—Y es muy fácil que comiences a decirme tus verdaderas razones por las que no te haces independiente.

—¿Qué pasa con ustedes dos? —Busco con mis ojos de donde proviene esa voz y sonrío por inercia.

Me levanto de mi asiento y voy hacia ella y la envuelvo en un abrazo mientras escucho las quejas de Valery.

Me separo de ella y me fijo en lo hermosa que está, su conjunto color beige se amolda perfectamente a su cuerpo, su cabello cae en picadas y su actitud autoritaria no la abandona en ningún momento.

—Vanessa. Deja de consentirla tanto, ni siquiera con Alexa eres así —dice Lery.

—Val. —Ella rueda los ojos—. Déjame en paz. —Arrastra una silla que hay cerca de nuestro escritorio y se sienta con nosotras—. Ahora bien, ¿de qué hablaban ustedes?

Miro a mi otra amiga y le hago señas con la mirada de que no lo mencione, Vanessa ya tiene demasiadas situaciones como para yo querer añadirle una más. Es mejor que se quede fuera de esto.

—Nos preguntábamos cuando te ibas a dignar en aparecer —le responde Valery y le agradezco en silencio—. Austin parece haberte secuestrado que ya no pasas tiempo con tus amigas. Pero recuerda que si tu noviecito te deja aquí estaremos como buenas amigas. —Se coloca una mano en el pecho de forma dramática y se limpia una lágrima inexistente.

Vanessa y yo soltamos una inevitable carcajada, para exagerada y dramática pueden contratar a mi rubia sin cerebro.

—Lo siento, chicas. Él ha estado muy indispuesto luego de la muerte de su madre, no quiero dejarlo solo aunque casi ni hablamos cuando estamos juntos debido a que se encuentra llorando o con la mirada perdida —confiesa la morena y suspira profundo—. Ya ni siquiera hablamos de la boda.

—¿Y qué piensas hacer? —intervengo.

—¿Qué puedo hacer? Él debe pasar por su duelo. Yo sé lo que es perder a una madre, así que no lo culpo.

Al ver las diferentes situaciones que pasan las personas a mi alrededor, me hace preguntarme si de verdad lo mío es tan importante como para que yo esté sumergida en el dolor.

Pasamos el resto de la tarde charlando y trabajando, justo como en los viejos tiempos. Evité tocar el tema de mi situación personal y nos la arreglamos para pasarla bien sin estar llorando una sobre la otra, aunque por lo visto Valery es la única que está mejor que nosotras.

No me extraña, ella siempre ha sabido afrontar todo con una sonrisa y buena fiesta; rubia pero no tonta —sus palabras, no las mías—.

Recojo mis pertenencias y salgo del edificio, por fin ha caído la noche.

Ya puedo sentir la suavidad de mi colchón, la hermosa melodía de fondo y el sabor de una exquisita cena en mi boca. No puedo esperar llegar a casa.

Clavo mis ojos en mis pertenencias para ir acomodándola en el camino, siento como las personas pasan por mi alrededor pero yo estoy enfocada en tratar de arreglar la tira de mi bolso que no me percato quien viene de frente hacia mí y chocamos.

Un grito sale de mi garganta, mi corazón late desbocado y cierro los ojos con fuerza para recibir el impacto con el suelo, pero este no llega.

—¿Lucía? —Abro poco a poco mis ojos y los centro en él. Me pierdo en el iris de su mirada sin importarme en la posición que estamos.

Su piel por alguna extraña razón hoy está más radiante que nunca. No puedo moverme y tampoco despegar mis ojos de los suyos, es como si estuviera en una especie de trance.

Siento como su mano aprieta mi cintura y es justo ahora que caigo en cuenta de lo que acaba de pasar. No caí al suelo porque él fue lo suficientemente rápido como para agarrarme antes de que sucediera.

Me aparto de él y recojo todo lo que cayó al suelo sin decirle nada.

Céntrate, Lucy. Recuerda lo que te dijo tu madre.

Me pongo de pie y le extiendo de mala manera su maletín para que por fin pueda irme.

—Gracias, Jardel. —Me giro y cuando voy a dar el primer paso siento una mano en mi muñeca y así mismo me voltea.

—¿Por qué huyes de mí? —Ni que fuera algo tan difícil de deducir...

—No puedo juntarme contigo —digo con simpleza.

—¿Por qué no? —Me mira con el ceño fruncido y aprieto los labios.

—Porque las personas como tú son el desecho de la sociedad y tengo prohibido acercarme a ustedes.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora