📚Capítulo 12📚

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Siento como mi corazón se acelera a toda velocidad cuando percibo que me han explotado un globo en el rostro. ¿Es en serio? ¿Quién se ha atrevido a hacerlo?

Levanto la vista cuando los chicos terminan por entrar a la casa y veo a un montón de gente, oh no, ¿qué hacen aquí?

Hay tantas personas que no sé cómo se las ingeniaron en no hacer ruido mientras nosotros llegábamos. ¿Por qué los chicos no me dijeron nada? Yo no tengo ánimos para una fiesta de bienvenida, lo único que quiero es encerrarme en mi habitación y hundirme en la tristeza.

Miro a mis hermanos con mala cara y ellos sonríen inocentemente... ya verán más tarde.

—¡Querida! Ya llegaste, los invitados te estaban esperando. —Bufo cuando veo a mi madre acercarse con su tremenda hipocresía.

Más bien la esperaban a ella, no conozco a ninguno.

—Al menos podías haber traído a mis amigas y no a un montón de desconocidos. —Clava su mirada en mí al momento que dejo brotar las palabras de mi boca.

Me encojo en mi lugar como una niña pequeña y decido callar.

De verdad que detesto el poder que ella tiene sobre mí.

Sonríe a los invitados que nos miran y se acerca a mi oído.

—Aquí solo debe de haber gente importante, así que compórtate, Lucía —susurra y vuelve con los demás como si no hubiese pasado nada.

Claro que hay gente importante, empiezo a notar como unos reporteros encierran en una cadena a mis hermanos y me dejan a la deriva.

En ocasiones detesto tener a una familia del medio.

Aunque si mi madre me escuchara de seguro me echa de la casa, a ella solo le importa lo que digan los faranduleros y que ella quede bien.

Por eso no me extraña que estén aquí y casualmente el día que mis hermanos decidieron venir.

Es lógico que eso le importe más que atender a su hija que por cierto, acaba de salir del hospital y no debe estresarte.

Me masajeo las sienes y como puedo me acerco a la mesa de aperitivos con la silla de ruedas. Es bastante incómodo pero es lo que toca.

—Aquí estás, dulzura. —Escucho esa voz y por instinto una sonrisa se desliza por mis labios.

Lo extrañé mucho, mamá casi no me dejaba verlo, siempre ponía la excusa de que estaba trabajando.

—Hasta que por fin te veo, papá. —Se encamina hacia donde estoy y me acomoda, de manera que él queda a mi lado y vemos todo el panorama.

—Lo siento, cariño. Tu madre no me dejaba ir porque según ella íbamos a conspirar en su contra.

Ruedo los ojos, ¿quién es la infantil ahora, mamá?

—Deberíamos hacerlo.

—Deberíamos —dice él.

—Pero no lo haremos.

—Esa es mi niña. —Me carcajeo y él hace lo mismo. Me encanta la conexión que llevo con mi padre.

—¿Sabías que los gemelos vendrían hoy? —le pregunto, con una ceja arqueada.

—No lo sabía. Ya sabes que ellos no dicen nada a menos que sea estrictamente necesario. Además son adultos, no tienen por qué contarme cada cosa que hacen como para buscar mi aprobación. —Lo miro boquiabierta.

—¿Sí sabes que mamá va a matarte si te escucha diciendo eso, verdad? —Me sonríe, pero no como siempre lo hace, esta vez es con tristeza...

—Cuando conocí a tu madre ella no...

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora