Lucía
El silencio que arropa mi habitación me hace estremecer, quisiera apagar los pensamientos que se encuentran en mi mente pero no lo consigo.
Eres culpable de su dolor, me recrimina mi subconsciente.
Sé que lo soy, ¿cómo no lo recordaría si cada vez que cierro los ojos solo puedo ver el dolor que su rostro me reflejaba aquella noche?
Él llego tan feliz ese día, tan emocionado...
No he querido hablar con nadie estos días porque ya me siento lo suficiente mal como para dirigirle la palabra a alguien; en lo único que puedo pensar es en que le hice daño a aquel hombre que solo quería ayudarme a salir de mi miseria.
A aquel que fue mi héroe cuando salí de mi casa cuando apenas había salido del hospital, y mira como le he pagado, avergonzándolo delante de todos luego de haberle alegrado la noche con mi presencia.
No hay manera en que enfrente a otra persona y me sienta juzgada; es mejor evitar a todos, podría ahorrarme el tener que fingir que estoy bien, que me va de maravilla y que todo es color de rosa, sin embargo, solo quiero quedarme acurrucada en mi cama y ahogarme en el dolor que crece en mi pecho.
Agacho la cabeza y me acomodo en la cama mientras observo por la ventana, un cielo bastante gris acompaña mi estado de ánimo, no puedo evitar que mis ojos se cristalicen al recordar sus palabras.
—Yo confié en ti, Lucy, te entregué mi corazón en tus manos y no dudaste un segundo en aplastarlo.
Me duele sentir que por primera vez no quería dañarlo intencionalmente, solo quería lo mejor para los dos, pero destruí la confianza y el amor que él sentía por mí.
Una lagrima rueda por mi mejilla cuando el sonido de un trueno me hace estremecer.
¿En qué estaba pensando? ¿Acaso lo hacía?
¿Dónde quedó el pensamiento de que yo iba a cambiar? Me da un profundo malestar estar consciente de que él tal vez lo esté pasando mal por mi culpa.
¿Por qué a todo lo que me acerco termina siendo un desastre? ¿Cómo pude ser capaz de arrastrarlo a mí desastre?
Dos toques en mi puerta impiden que me siga hundiendo en el dolor del remordimiento que habita en mi interior.
—¿Puedo pasar? —Reconozco la voz de mi padre y de inmediato me limpio el rostro.
—Sí, claro.
Me mantengo en mi posición cuando él entra y me brinda una cálida sonrisa, pero entonces sucede lo que más temía...
Intento devolverle la sonrisa, frunzo el ceño a medida que se acerca y un escalofrío recorre por toda mi espina dorsal, el no querer ver a nadie que me señale y anuncie a los demás lo que he hecho, provoca que cuando mi padre termina de acercarse, rompa en llanto delante de él.
Juicios y demandas son todo lo que percibo, no de él, sino de mi misma.
No hace falta que otro me señale, ya tengo diez dedos haciendo eso por mí.
Sollozos es todo lo que se escucha en mi habitación en compañía de la lluvia, mi papá se sienta en mi cama sin emitir ningún sonido y yo lloro más fuerte.
Lloro porque no sé a qué punto debo llegar para entender que no hay esperanza conmigo.
Lloro porque a pesar de que Jardel no desea hablar conmigo, estará a salvo con nuestra distancia, así puedo protegerlo más.
Él se merece algo más valioso que yo, alguien que no dude de darle el lugar que se merece, no tenga miedo y no se avergüence de sí mismo...
Quiero correr, correr hasta lo más profundo del universo y perderme en los confines de la tierra, ese lugar que me ayudará a olvidar quien se supone que soy e incluso mi tarea fallida al venir a este mundo.
—Está bien, mi niña —dice mi padre, al acariciar mi cabello como solía hacerlo de niña—. No importa lo que haya pasado, aquí tienes a tu viejo dispuesto para ti.
—¿Por qué, papá? Soy un mal ser humano, cometo falla tras falla y no veo la oportunidad de remediarlo —comento entre llantos sin poder mirarlo.
—Justo eso es lo que te hace humana, cariño, y es lo que más amo de ti.
Niego con la cabeza sin dar crédito a lo que escucho.
—No merezco eso, papá —susurro con dolor—, no merezco nada...
—Eres hija mía, es obvio que lo mereces todo —rio entre lágrimas al escucharlo decir eso—, ¿ves? Eso es lo que quiero, verte reír cada día.
—A veces no tengo un motivo para reír.
—Me tienes a mí, deja que tu viejo sea ese motivo hasta que encuentres otro al que aferrarte.
Llevo mi vista hacia él y me abalanzo a sus brazos, en aquellos que me hacen sentir segura, protegida, y amada sin importar lo desastrosa que puedo llegar a ser.
Con los gemelos por igual... extraño a mis chicos...
—¿Quieres contarme qué te sucede? —Vuelve a hablar y yo asiento cuando nos separamos.
—Herí a una persona que significa mucho para mí...
—¿Es ese chico que trajiste a la fiesta? —cuestiona y a la vez limpia la humedad de mi rostro.
Asiento, avergonzada porque supiera ese hecho.
—¿Lo viste?
—Solo por una pequeña ráfaga de segundos. —Se encoge de hombros al mencionar esto—. ¿Sabes? Siempre pensé que cuando trajeras a un chico a la casa, yo sería el primero en saberlo y no tu madre.
Frunzo el ceño ante su confesión.
—¿Por qué lo dices?
—Porque entiendo que conmigo siempre has tenido más confianza que con Stella, pero olvidé algo cuando te vi hablando con ella y aquel chico. —Su voz pese a que es dulce, es seria y un poco intimidante.
—¿Qué olvidaste? —curioseo.
—Que a pesar de tener veintiocho años, ser una mujer en todo el sentido de la palabra y capaz de independizarse; en tu interior sigue habitando aquella niña que busca la aprobación de su madre para todo.
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Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]
Short StoryLibro II de la trilogía ''Tan solo tú''. LIBRO INDEPENDIENTE PERO "QUIZÁS" INCLUYA SPOILERS DEL PRIMERO. Ser feliz y positivo siempre fue la única opción cuando el mundo decidió bombardear con sus maldades a su vida. Sobrevivir para no ser ahogado p...