📚Capítulo 27📚

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-¡Jardel! -Ignoro sus gritos y sigo caminando-. ¡Jardel, espera! ¡Solo escúchame!

La rabia hierve dentro de mí, me giro bruscamente y la miro a los ojos.

-¿Y qué quieres que escuche, Lucía? ¿Tus amadas confesiones de que solo soy un inútil negro? ¿Eh? ¿Solo te faltó proclamar eso, verdad? -Justo ahora no me importa las expresiones de su rostro, me hirió como nunca nadie lo había hecho, como nunca pensé que ella lo haría-. Te abrí mi corazón, ¡te dejé entrar a mi vida, joder!

—No quise hacerlo —se excusa, sin embargo, yo solo puedo reírme en su cara mientras limpio las lágrimas que caen por mis mejillas—. Me sentí presionada... —titubea—, la mirada de mi madre no me...

—¡No me importa! ¡Tu madre no me interesa! —grito, y ella se encoge en su lugar, pero entonces ella hace algo que me descoloca por completo; empieza a llorar—. Yo confié en ti, Lucy, te entregué mi corazón en tus manos y no duraste un segundo en aplastarlo. Puedo entender tus razones, pero justo ahora no quiero ser la persona que solo comprende y sale herida, yo merezco más que esto por más idiota que pueda ser.

Ya no me atrevo a mirarla, solo puedo escuchar sus sollozos al junto de los míos; vine aquí muy emocionado, todo parecía marchar bien hasta que...

No me molesto en completar ese pensamiento, paso mis manos por mi rostro y doy vueltas como un loco mientras me rio, fui un tonto al creer que esto terminaría bien, fui un tonto al pensar que ella sería capaz de enfrentar a su madre por mí... ¿pero saben qué es lo peor? Que yo me enfrentaría al mundo por ella y a toda la galaxia de ser posible.

No puedo detener las lágrimas que siguen deslizándose por mi rostro, me siento tan dolido, una completa basura como ser humano.

Nunca le pedí nada a la vida, solo que me permitiera disfrutar de la normalidad que debía ser nuestra relación, pero no, ni eso, hasta en eso me ha fallado.

Observo la gran casa donde he sido humillado y me prometo no volver a regresar, yo no puedo seguir nadando contra la corriente.

Veo como mis amigos salen corriendo y se quedan a una buena distancia al vernos a mí y a cierta chica, pero solo niego con la cabeza.

Doy una patada al aire y me voy en busca de mi auto. No puedo seguir aquí, la decepción se sigue agrandando en mi interior y no quiero soltar cosas de las que me pueda arrepentir.

-No me vuelvas a buscar, Lucía -digo, antes de seguir con mi camino-. Nuestros mundos funcionan mejor si estamos separados. Lástima que me bastó esta noche para entenderlo.

Y sin mirar atrás me largo de ese lugar... esperando no encontrarme por un tiempo a la dueña de mi corazón que también lo destruyó.

(...)

Cierro los ojos con fuerza y de un tirón me tomo ese trago. Siento como calienta mi garganta y el líquido arrasa por todo mi interior, es amargo, pero no me importa, últimamente nada es dulce.

-Otro trago, por favor -le indico al chico que me ha estado atendiendo.

-Nada de eso. -Escucho una voz a mis espaldas-. Un vaso de agua, por favor.

Giro mi cabeza con pereza hacia mi acompañante, el rubio me sonríe apenado y da palmadas en mi hombro.

Ni siquiera le avisé a donde estaría, aunque bueno, esta se está convirtiendo en mi rutina desde aquella noche.

-¿Qué haces aquí, Austin? -pregunto con pesar. No es que no quiera su compañía, pero me vendría estar solo, me siento muy avergonzado con él.

-No puedo dejar que te consumas en el alcohol, he leído demasiados libros para saber cómo terminará esto -comenta, mientras se encoge de hombros.

-Pero esto no es un libro -bufo-, es la jodida vida real.

-Eso lo hace peor. -Me extiende el vaso de agua y tomo un sorbo.

-Le entregué todo -susurro mientras cierro mis ojos, siento como dagas vuelven a azotar mi corazón al recordar lo que pasó-, todo para que no sintiera que estaba recibiendo algo a medias. ¿Pero entonces en qué fallé? ¿Debí esforzarme más?

-A veces el problema no es que lo entregues todo, sino que la otra persona esté dispuesta a hacer lo mismo.

-¿Y entonces qué? -Lo miro, esperando una buena respuesta que me ayude a salir de todo este lío-. ¿Me quedo a esperar su disposición?

-Esa es tu decisión, no la mía. -Toma mi vaso de agua y se da un trago-. Pero recuerda quien eres y lo que mereces. Cada quien sabe hasta donde es capaz de soportar.

-Siento que han pasado años desde que la vi. -Niego con la cabeza-, y solo han pasado tres días desde aquella noche.

-¿Has sabido de ella? -inquiere mi amigo.

-No exactamente. He estado recibiendo mensajes de su parte desde que me fui, pero no le he contestado. -Coloco mis manos en mi cabello y tiro un poco fuerte de él-. Miento si digo que no he pensado en contestarle, pero luego mi mente me recuerda lo que hizo y entonces freno mi acción.

-¿Tanto la querías? -curiosea. Medito mi respuesta, explicarlo con palabras no sería suficiente.

-Me enamoré de ella, creo que eso tal vez responda tu pregunta -confieso-. Ella ha sido como mi primer amor de verdad. Me enamoré de lo ingenua e inocente que podría llegar a ser, de lo valiente y a la vez tímida, de lo fuerte e incluso débil que se mostraba ante mí, esa faceta que nadie le conocía...

-Yo pensé que esto solo era un capricho.

-También lo pensé al principio, pero luego las cosas cambiaron.

El silencio reina entre nosotros y solo nos disponemos a escuchar la música de fondo del bar. Su compañía me ha venido bien, desde lo que pasó solo me la he pasado aquí y tratando con abogados para obtener la propiedad que quiero.

Al menos eso me mantiene ocupado, aunque cuando llega la noche solo puedo ser capaz de llorar en silencio.

No imaginé que sus palabras iban a dolerme tanto.

Lo peor es cuando es de madrugada y solo me queda colocar música para que ahoguen el sonido de mi llanto, me siento como un niño cuando le rompen su juguete favorito; sabe que no volverá a recuperarlo aunque le prometan que sí.

En momentos así es donde extraño la madre de Austin, ella sabría qué palabras exactas me harían sentir mejor, sobre todo con sus abrazos maternales.

Di todo lo que pude dar... solo no sabía que podían romperme en el proceso.

-Oye -me llama el rubio-. Estoy aquí, ¿está bien?

Asiento sin ánimo alguno. Siento mi rostro otra vez empapado y me lo limpio, no me avergüenza llorar, mi madre siempre me decía que me sintiera orgulloso cuando era capaz de demostrar mis sentimientos de esa forma.

El sonido de un celular me saca de mi ensoñación y busco en mis bolsillos al caer en cuenta que ha sido el mío.

"Número desconocido", leo en la pantalla.

No pierdo tiempo pensando quien podría ser, así que descuelgo.

-¿Hola?

-¿Nos habla el señor Jardel Wash? -Una voz femenina habla al otro lado.

-Así es -carraspeo-. ¿Qué desean?

-Es para informarle que su vehículo acaba de ser devuelto a la empresa por motivos internos.

¿Qué?

-¿Cómo ha dicho?

-Eso era todo. Que pase feliz resto del día.

Sin esperar una respuesta de mi parte cuelgan la llamada.

Mi mente se ha quedado en blanco, no doy crédito a lo que he escuchado. ¿Por qué ha pasado esto? Nunca me he retrasado con los pagos, ¿qué pasó?

-¿Qué pasó? -cuestiona mi colega, pero yo sigo sin poder procesar lo que ha pasado.

-Me acabo de quedar sin auto -digo, totalmente estupefacto y siendo consciente que esto es más real.

¿Alguna otra cosa que pueda poner a mi situación peor? Ya lo espero con ansias.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora