📚Capítulo 35📚

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Casi inaudibles sollozos se escuchan en el lugar... no tengo fuerzas para levantarme del suelo y mucho menos para ver aquel rostro sonrojado de mi madre.

Finalmente logré ver a Stella Evans rota por primera vez y no como precisamente me hubiese gustado; sé que quizás está derramando lágrimas por las cosas que le dije, pero algo me dice que no se debe solo a eso.

Aquella carga que sentía sobre mis hombros poco a poco se ha ido disipando, sin embargo, aquel nudo en la garganta aún no desaparece y tampoco los estruendosos latidos de mi corazón.

Me pesa, me desgarra, es como si algo quisiera desprenderse y removiera todo mi interior. Gruesas lágrimas se deslizan por mi mejilla y solo puedo sentir dolor en ellas.

Dolor que he tratado de ocultar tras mi hermosa sonrisa, como dice Jardel; dolor que disfracé por una felicidad superficial.

Ese dolor que se incrustó en mi pecho desde mi adolescencia cuando me vi al espejo y llegué a la conclusión de que no podía ser lo que esperaban de mí, nunca llegaría a ser la hija perfecta, la amiga que jamás falla o la mujer que puede amar sin fingimiento.

¿Entonces qué soy? ¿Solo un cuerpo vacío y sin identidad?

Ni siquiera sé quién soy, no quiero que otros me definan, yo quiero ser capaz de hacerlo por mí misma cuando no me de asco el reflejo que veo en el espejo.

Cierro los ojos con impotencia y froto mis brazos con desesperación... cada raya cicatrizada en mi piel duele, recordar esas noches interminables me desarma...

—Mi niña. —Mamá se acerca y más lágrimas se acumulan en mis ojos. No quiero que me siga viendo así... tan rota—. ¿Qué hice? —Observa mis marcas mientras sigue sollozando—, ¿en qué te convertí?

Yo también quisiera saberlo.

—No lo sé, madre, de verdad que no lo sé.

—Esto es mi culpa. —Se agacha hasta quedar a mi altura y niega con la cabeza—, nunca debí dejar que mis sufrimientos se trasladaran hacia ti.

No puedo sostenerle la mirada.

Que admita que es su culpa no me da la satisfacción que pensé.

Al contrario...

—¿Por qué, mamá? —Me pierdo en sus iris cristalinos—. ¿Por qué me hiciste esto? ¿Por qué nos hiciste esto?

Su semblante decae y sé que ha entendido a qué me refería. Abre la boca para decir algo pero vuelve a cerrarla.

Se levanta y cubre su rostro al absorber por su nariz. Vuelve a posar su vista hacia mí y me extiende su mano.

Dudo por un momento, pero acepto y me coloco de pie para ubicarnos en los asientos de la oficina. Limpio mi cara en completo silencio a la espera de que algo suceda.

Y entonces los minutos empiezan a correr.

2...

4...

6...

8...

Nunca la manecilla del reloj me había molestado tanto como hoy.

10...

—Mi matrimonio no es el mismo de antes —empieza a decir. Ya era hora—, y créeme, la responsabilidad es toda mía.

—¿Por qué? —inquiero, un poco cohibida por su confesión.

—Me enamoré de tu padre porque era exactamente lo opuesto a los demás. —Pierde su vista en algún punto fijo de la habitación—. No tenía sed por el dinero que portaba mi familia, no le importó que fuera pretenciosa, él solo... vio lo mejor de mí aun cuando ni yo misma lo hacía.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora