📚Epílogo📚

26 3 3
                                    

Meses después...

No me gustan las adversidades que nos presenta la vida, sin embargo, he podido entender lo necesarias que son para probar qué tan fuerte somos en este camino.

Gracias a ello he comprendido que mostrar apariencia hacia los demás no te hace mejor por ocultar lo que en verdad eres.

Descubrir lo que verdaderamente somos por las opiniones de otros nos lleva al pensamiento de que es lamentable lo poco que nos conocemos.

Porque es probable que nos hayamos acostumbrado a escuchar características de nosotros pero porque alguien más lo identifica.

Yo no me conocía, para nada, y bueno, considerando mi genealogía mucho menos.

Mi familia siempre se caracterizó por vivir oprimidos, nunca tuvieron claro cuál era su fortaleza, lo que querían ser de verdad, lo que querían alcanzar. Fue más fácil rendirse al pensamiento que la sociedad inculcaba a que ellos rompieran con ese paradigma.

A pesar de que mi madre se aseguró de que yo conociera esa historia, también me hacía saber que era más que un deber que yo no siguiera ese patrón.

Hoy se lo agradezco de corazón.

Ver como colocan el letrero que anuncia a los demás la maravilla en la que he trabajado desde hace meses me llena de satisfacción saber que he estado cumpliendo mi cometido.

La gente solo mira preguntándose cómo lo he logrado, me siguen juzgando porque es algo inusual que alguien de mi color lograra algo tan grande; pero lo que ellos no saben es el proceso que tuve que pasar para llegar hasta aquí.

Justo eso es el proceso, una temporada totalmente invisible hacia los demás que te impulsa a dejar en evidencia lo que viviste en silencio.

Y esa es la parte que más me gusta, aunque muchas veces miré hacia los lados buscando a alguien, me di cuenta que hay períodos donde debemos estar solos; soy testigo que en esa soledad se aprende, se restaura y se transforma hasta el alma.

Gracias a Esperanza he aprendido eso.

—Jefe... —Salgo de mis pensamientos y clavo mis ojos en uno de mis empleados—. ¿Algo más que desee añadir?

Observo la pancarta con su título "Que no te falte la Esperanza", totalmente embobado. Es más hermoso en persona que por foto.

Sonrío.

A mí muchas veces me faltaron las esperanzas, esa pequeña expectativa de que las cosas podrían cambiar si me lo proponía, fueron años luchando contra eso, aún sigo batallando pero ahora tengo ayuda y no estoy solo. Por eso quiero darle a esos pequeños lo que una vez me faltó, perdí, pero que luché para recuperar.

—Así está bien. —Le agradezco con un asentimiento de cabeza mientras sigo observando a los presentes del lugar.

Lo cierto es que no tuve que hacer mucho con esa propiedad, unos cuántos retoques me bastaron para convertirlo en lo que hoy por fin es, la mejor parte de esto es que me surgieron ideas nuevas por cómo estaba construido.

Hubo momentos donde las cosas se pusieron complicadas porque ya no tenía de dónde sacar más dinero; me daba pena pedirles a mis amigos aun cuando sé que ellos nunca se negarían. Debido a eso comencé a enviar mi hoja de vida a varias empresas otra vez, sabiendo que lo más probable era recibir un no por mi color.

Pero no me rendí, seguí intentando.

Lo intenté hasta que ya no me quedaban fuerzas, hasta que ya no quedaba una lágrima más para derramar o un suspiro que brotar de mis labios.

Tan solo una sonrisa ✅ [TST. Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora